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El animal el antiguo númida ahora se llama bereber. Y aunque muchos autores lo nieguen, los moros hubieron de montar también árabes. Otra vez pues, el caballo es protagonista de un hecho histórico que conmovió y conmoverá aún más a los pueblos de la cuenca mediterránea: gracias a él, desde la lejana Arabia Mahoma alcanzaba a todo el mundo medieval. Ello explica mucho también de la adoración de los pueblos árabes hacia este animal, protegido por el mismo Corán. Más no solamente la raza del equino sino también la manera de montarlo dio superioridad a los moros.
Por aquel entonces los caballeros cabalgaban con las piernas tiesas, modo que mas tarde se llamaría “a la brida”, ello proporcionaba estabilidad al jinete y nada más. Los invasores en cambio se traían también su propio modo de montar que era “a la jineta” peculiar de la tribu africana de los xenetes: estribos cortos y rodillas dobladas, de modo que manejaban al animal con las pantorrillas. Las sillas livianas de altos borrenes y de típico freno, aumentaban la ligereza de los movimientos de caballo y jinete. Cabe señalar sin embargo, que experiencia de los árabes en materia de equitación de difícil aplicación en una Europa donde la vestimenta.