Bucéfalo, fue el caballo de Alejandro Magno, y posiblemente el caballo más famoso de la antigüedad. Su nombre significa en Griego “Cabeza de Buey”, apodo que al parecer recibió el animal por el aspecto redondeado de su cara y la considerable anchura de su frente, donde además resplandecía una mancha blanca en forma de estrella. Plinio el Viejo y Pseudo Calistenes dicen, en cambio, que esta mancha representaba precisamente una cabeza de toro y que estaba en su espalda. Plutarco que Bucéfalo fue comprado por trece talentos por el rey Filipo II de Macedonia a un tesalio llamado Filonico. Fue entonces cuando según narra la leyenda, el caballo comenzó a mostrarse tosco y salvaje, relinchando y lanzando coces por doquier, sin que nadie lograra apaciguarlo. Sólo el jiven Alejandro logró montar al caballo, y se dio cuenta de que él caballo recelaba de su propia sombra. Alejandro giró la cabeza del caballo hacia el sol, cegándole y subiéndose de un solo brinco al caballo, momento que haría pronunciar a su padre la celebre frase “ hijo, búscate un reino que sea igual a tu grandeza, porque Macedonia es pequeña para ti.”. Se dice que desde entonces “Bucéfalo”, sólo se dejaba montar por Alejandro. Frente a esta tradicional y razonada descripción de la doma de Bucéfalo, realizada por Plutarco en el texto del Pseudo Calistenes sobre la vida del conquistador griego de una versión mucho más fabulosa.