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¿ Cuál fue el secreto para haber logrado esta profunda lluvia de jinetes? La respuesta es sencilla. Simplemente la empresa del Hipódromo Las Américas escogió a tres hombres capaces, muy capaces, con vasta experiencia en las pistas como jinetes (los tres) como entrenadores Manuel Zavala y José bravo y como juez, Alejandro Bravo, los reunió y los puso a trabajar como mentores de un grupo integrado por unos quinces muchachos que no tenían conocimiento de los puntos finos de la profesión de jockeys.
Sin embargo, los tres maestros, verdaderos maestros de la silla, reunieron sus tres escuelas. La de Alejandro, recia, de amplios recursos, del sentido del paso, de la forma cómo graduar a un caballo, de regresar en los metros finales y, de todos los factores positivos que conforman la imagen de un campeón que fue Alejandro Bravo. Manuel Savala, por su parte, cooperó con sus grandes conocimientos en carreras en las que la velocidad es el factor supremo. Los tres conocedores de la hípica fueron escogidos por sus grandes conocimientos sobre este deporte que tiene tantos seguidores a nivel mundial y donde la fanaticada disfruta de cada uno de los programas.