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Desde que fue inaugurado el desaparecido hipódromo Perla Antillana un 23 de febrero de 1944, surgieron las rivalidades entre los ejemplares que más se destacaron por su habilidad como corredores. Y uno de los más recordados en los inicios del referido redondel fueron los de Sombra y Dicayagua, en la inauguración del hipódromo.
Pasados algunos meses de la apertura del Perla Antillana, comenzaron las importaciones de ejemplares pura sangre de carrera, de una habilidad mayor a los que fueron traídos para la apertura del referido redondel, con ligeras excepciones entre Sombra y Dicayagua, Camú, Sleepy, relámpago y Mao, entre otros, el establo Haronid, de Ramfis Trujillo, importó a César, Aidé y aplicado, entre otros; don Benigno Pérez Martínez importó a Tetelo a Atila. Pero como don Benigno era un hombre de mucha experiencia en la hípica, debido a que había tenido ejemplares en los hipódromos de España y La Habana, Cuba, tenía ejemplares en dos distintos establos. Este hipódromo tiene su historia en la hípica nacional de muchos recuerdos para los aficionados.