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En la actualidad ninguna nación puede aislar su actividad hípica si provocar su estancamiento o decadencia. Ni siquiera Inglaterra, cuna del caballo pura sangre de carrera, está en condiciones de adoptar tan drástica actitud sin crear graves riesgos para el futuro de su turf y elevage. Lo cierto es que ya no existen predominios netos en dichas actividades y que su jerarquía depende fundamentalmente de las victorias logradas en los hipódromos o de una efectiva gravitación mundial a través de grandes reproductores.
La notable expansión del caballo de carrera, la creciente universalización de las actividades que hace factible, y las transacciones de que es objeto por valores que asombran, han creado problemas técnicos, fiscales, jurídicos y cambiarios antes inexistentes. Ninguno de ellos debe ser ignorado o subestimado, pues sus consecuencias pueden traducirse en daños irreparables. En cada caso el estudio de causas y efectos es indispensable, y las soluciones, aunque supeditadas al problema local, no pueden ser marginadas del proceso evolutivo mundial que hemos querido sintetizar.