Fue en el año de 1944 cuando nosotros junto con un grupo de la muchachada –de aquel entonces-, que vivíamos en la Calle, Emilio Prud´ Homme, sector este que responde al nombre de Villa Esmeralda, no obstante a su proximidad con la Villa Blanca, que mucha gente conocen como San Carlos; que asistimos por primera vez al Hipódromo Perla Antillana, un 23 de febrero del mencionado año, a presenciar la majestuosa inauguración del campo deportivo más moderno del país de la época.
Recuerdo los nombres de muchos de los muchachos, aunque lamentablemente, muchos de ellos ya han pasado a mejor vida, y que apenas teníamos entre trece y catorce años, entre los que se encontraban; los hermanos Florentino Rodolfo y Julio; los Nuñez Eduardo y George; los Cardona José Ernesto, José Joaquín y José Rafael.