Hipócritas

<P>Hipócritas</P>

Parece como si nadie supiera que el narcotráfico y la corrupción han permeado una buena parte del cuerpo dominicano, desde los campos y barrios hasta sectores considerados como de clase alta, económica y social.

¿De dónde sale el dinero para tanta torre de habitaciones de gran lujo cuyos apartamentos y pisos cuestan millones?

¿De dónde salen los dineros para que personajillos recién llegados a posiciones políticas de importancia declaren poseer millones al entrar al cargo?

¿De dónde sale tanto dinero para vivir a cuerpo de reyes de carajetes que llegaron a los puestos públicos con una mano atrás y la otra delante para cubrir sus partes pudendas?

¿De dónde salen tantas viviendas de gran lujo en las ciudades y tantas villas en lugares de veraneo?

¿De dónde sale el dinero para adquirir residencias en el extranjero, especialmente en La Florida, Estados Unidos?

¿Acaso quienes exhiben autos de lujo, relojes de miles de dólares y decenas de miles de pesos en una cena, ganan el dinero honestamente?

¿No nos preciamos de que en este país todos nos conocemos?

Es risible la actitud de quienes se muestran hipócritamente alarmados cuando el papa Benedicto, que no descubre el agua tibia, critica la corrupción en  República Dominicana.

Cuando un maestro promueve a una buena hembra a cambio de favores sexuales, hay corrupción.

Cuando un importador soborna a funcionarios de Aduanas para introducir mercancías sin pagar aranceles, hay corrupción.

Cuando un juez vende una sentencia, hay corrupción.

Cuando un cura absuelve los pecados a un conocido contrabandista, evasor de impuestos, explotador de los trabajadores, que mezcla ingredientes indebidos en su producción industrial, hay corrupción.

Cuando un policía o un fiscal se quedan con una parte del botín incautado a un contrabandista o a un narco, hay corrupción.

Cuando un juez del tribunal de tierras acepta documentos falsos e inicia un proceso para determinar la propiedad del inmueble, hay corrupción.

Alterar los precios o  vender mercancía dañada o pasada de tiempo, es corrupción.

La corrupción es como la hidra de siete cabezas que le cortan una y le sale otra.

En el triste papel de oráculo ciego gente del partido de gobierno intenta echar el lodo fuera de su casa, la podredumbre y el volumen de excrementos los ahoga…y no sólo a ellos.

Hay quienes rasgan sus vestidos, en falsa demostración de enojo, mientras se hacen de la vista gorda frente a lo que está a la vista y  no necesita espejuelos.

¿Tenía que venir de lejos la queja? ¡Farsantes!

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