El repentismo que ha metido en tantos problemas al expresidente Hipólito Mejia, que sin embargo es la  razón –también hay que decirlo– de  que tenga tan buena  conexión  y empatía como el pueblo mas llano, acaba de sacarlo de debajo de una patana, como dicen en la calle, pues el lío de los sobornos que pagó Odebrecht  para asegurarse la contratación  de obras en República Dominicana pica y se extiende, amenazando con engullir, cual voraz centrífuga, a nuestra clase política. ¿Se atrevería el Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez, a citar al expresidente Leonel Fernández y al presidente Danilo Medida para que  digan lo que saben sobre el  destino de los 92 millones de dólares que la constructora  brasileña admitió haber pagado como soborno entre el 2001 y el 2014? Se trata, desde luego, de una pregunta meramente retórica, pues usted y yo estamos conscientes, querido lector, de que eso nunca ocurrirá en este país, al menos en el mundo real. Por eso el Guapo de Gurabo, que tampoco ignora esa realidad, al responder una pregunta  a boca de jarro de los periodistas declaró de inmediato estar  dispuesto  a ser citado por la Procuraduría para hablar sobre  Odebrecht y  sus contratos si también se llama a declarar a Leonel y Danilo, consciente de que un Ministerio Público que depende directamente del Poder Ejecutivo no puede permitirse esa clase de  libertades. El episodio, lamentablemente, no pasará de ser otra anécdota mas reveladora de la  sabichosería del expresidente  Mejía, pero la hipolitada también nos está recordando   las  limitaciones con las que se inició una investigación  que tiene por delante obstáculos aparentemente insalvables para poder llegar, como todos quisiéramos, hasta las últimas consecuencias y “caiga quien caiga”.