Hipólito el peleador

Hipólito el peleador

¿Cómo explicar que pese a toda la publicidad política y las presiones ejercidas sobre determinados segmentos de votantes, las encuestas continúan reflejando un sostenido segundo lugar para el Presidente Hipólito Mejía? Las causales no se encuentran en la regresión supuesta en el acto de repostularse.

En pueblos como el nuestro, esta particularidad carece de importancia. En cambio, asume un cariz determinante el ambiente de empobrecimiento que arropa al país.

Pero no es la única de las consideraciones que, a nuestro juicio, determinan el escaso influjo de la maquinaria reeleccionista sobre una mayoría del electorado. La forma en que el Presidente Mejía abordó problemas, sugerencias de soluciones para éstos o críticas a su gestión, constituyó un elemento decisivo. En ocasiones ripostó con procacidad, no pocas veces con sarcasmos y casi siempre en tono de burla. La gente se resiente por ello. Y cuanto es peor, no solamente se disgusta el afectado que tal vez disimula su enojo por conveniencia, sino quienes observan el desusado comportamiento en un mandatario de la nación.

El Presidente Mejía es un peleador nato. Desde adolescente, en el Instituto Politécnico Loyola, mostró pugnacidad. Adulto, exhibe un aguzado olfato político, habilidad en las relaciones interpersonales y tenacidad increíble.

Pero también muestra propensión a asumir criterios de frágil temporalidad ante determinados asuntos. Este proceder despierta no pocas interrogantes respecto del porvenir de la sociedad en sus manos, pues, sin proponérselo, proyecta inseguridad.

No pocas tensiones se generan en un ejercicio gubernativo plagado de contratiempos y dificultades. Temperamentos menos volubles eluden cuando no amortiguan los efectos emocionales de estas tensiones. Al Presidente Mejía las presiones parecen trascenderlo, y determinan ríspidos comentarios con los que suele responder a las gentes. Ello ha configurado una imagen que es a la que rechazan los sectores de opinión pública que lo mantienen en el segundo lugar de las preferencias, pese a la ostentosa propaganda.

Gladiador indomable, pretende imponerse exhibiendo temeridad y arrojo. Pero la misma volubilidad lo persigue, como cuando le enrostran sus pronunciamientos antirreleecionistas. De ahí el anuncio del Bloque Institucional Social Demócrata (BISD) que reproduce imágenes fílmicas, en que se declaró contra la reelección. Sus enérgicas manifestaciones anteriores se hacen añicos ante sus aspiraciones presentes. Y unas primeras y otras actuales, chocan contra la depauperación presente.

Es aquí, contra esta incontrovertible realidad, contra la que embisten sus aspiraciones reeleccionistas. Y no parece que contra este mayoritario sentimiento pueda el desenfado con el que se ofrecen unas menudas explicaciones. No es fácil, empero, vencerlo. A quienes desoyen las excusas aireadas por doquier, sus amigos brindan prebendas que conspiran contra la sostenibilidad económica de la administración, pero que se ofrecen como panacea para los buenos tiempos.

Sus contrincantes, pues, tendrán que dormir con un ojo abierto y otro cerrado. Y procurar que una avalancha comicial consolide las promesas de las encuestas.

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