Hipólito Mejía: 2000-2002

Hipólito Mejía: 2000-2002

A diferencia de lo que pretenden vender los estrategas mediáticos del PPH, en la administración de Hipólito Mejía se perdió la confianza y la estabilidad en los dos primeros años, antes de las quiebras bancarias, y también se perdió la cordura y el rumbo institucional.

Hipólito Mejía recibió en 2000 una economía que había crecido a una tasa promedio de 7.2% en los cuatro años precedentes, con una inflación promedio de 7.4%, y a septiembre creciendo 9.5%; sin embargo bastó un trimestre de esa administración para que la economía se desacelerara y a diciembre creció 5.8% y el año siguiente un anémico 1.8%, y en 2002 se produjo un crecimiento inorgánico de 5.8% gracias a la inyección de los US$1,100 millones de los bonos soberanos. Primera conclusión: el crecimiento se detuvo en los dos primeros años y la economía colapsó en los dos restantes.

La tasa de cambio en el periodo 1996-2000 aumentó de  13.85 pesos por dólar a 16.39, para un aumento de 18.33% en cuatro años (4.58% promedio anual). Sin embargo, ya en octubre de 2002 la tasa de cambio había saltado a 20.35 (aumento de 24.10% en apenas dos años) y a diciembre las cotizaciones superaban 21.5×1. En 2002 la inflación alcanzó 10.52% (desde 1992 no se registraba en el país una inflación de dos dígitos) con precio promedio del petróleo de US$26.17 el barril y precios estables de los commodities. Segunda conclusión: la estabilidad se perdió antes de las quiebras bancarias.

En los primeros dos años de Hipólito Mejía se produjo una desaceleración en el ingreso de divisas por concepto de turismo, exportaciones, se desplomó la inversión extranjera y los capitales comenzaron a fugarse y el resultado fue en 2002 un déficit global de la Balanza de Pagos por un monto de US$554.7 millones. Nunca se había registrado un resultado de esa magnitud, ni aun en 2008 (US$325 millones) con el grave choque de los precios se experimentó un saldo tan negativo para las reservas del BC. Tercera conclusión: antes de las quiebras bancarias se perdió la confianza en las autoridades.

En 2002, el año que marcó el inicio del colapso económico y social, el déficit fiscal del gobierno central fue equivalente al 2.2% del PIB (y tanto que hablan del actual déficit fiscal), el consolidado del sector público 2.6% del PIB y las tasas promedio a que los bancos múltiples prestaban ascendió en septiembre a 29%. Números rojos y todo antes de las quiebras bancarias.

Si en lo económico fue un desastre, en lo institucional fue peor. Modificaron la Constitución (burlándose de las propuestas formuladas por equipos de la sociedad civil en la PUCMM junto a Monseñor Agripino Núñez) comprando legisladores con los recursos de Baninter. Ese mismo año gracias a “los palitos y los ceritos” y otras artimañas se robaron varias senadurías, designaron una JCE sin consultar a nadie e Hipólito Mejía convocó el CNM y designó tres jueces de la SCJ, sin vista pública y sin  recibir listados de la sociedad civil, como lo ha hecho el Presidente Fernández en las dos ocasiones que le ha correspondido. También en un vergonzoso incidente provocaron un apagón y un tiroteo en pleno hemiciclo para impedir la elección a la Presidencia de la Cámara de Diputados de un miembro de su propio partido.

Por ese desastre económico, institucional y moral, más del 50% de los votantes, como pronostican todas las encuestas serias, negarán una segunda oportunidad a Hipólito Mejía y otorgarán la quinta victoria al PLD,  al candidato del cambio seguro, al candidato del cambio sin peligro; el único que en este panorama global tan adverso garantiza la continuidad de tantos logros obtenidos en estos ocho años y emprender un nuevo rumbo para enmendar errores, reducir la pobreza y la inequidad.

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