Hipólito pide una segunda oportunidad

Hipólito pide una segunda oportunidad

Cuando alguien pide una segunda oportunidad es porque reconoce en la primera no lo hizo bien y ese es el caso del candidato Hipólito Mejía, que en 2000 el electorado confió en sus promesas de campaña, en su supuesta capacidad gerencial, en su honestidad, en su condición de político “atípico”, y esa confianza fue defraudada por un gobierno que llevó el país a la hiperinflación, descalabro del peso, aumento insostenible de la deuda pública, recesión, desempleo, pobreza y desorden institucional.

Los apologistas de ese régimen nos quieren pintar a un gobierno de grandes luces en sus dos primeros años, que fue opacado por las quiebras bancarias. Nada más alejado de la realidad, pues a octubre de 2002 el tipo de cambio se había disparado a 20.34 y a diciembre superaba el 20.5×1 (Hipólito recibió el tipo de cambio en 16.39). La inflación, por vez primera desde 1994, ascendió a 10.5%, a pesar de contar con precios promedio del barril de petróleo en US$26. La estabilidad y la confianza se perdieron antes de las quiebras bancarias fraudulentas.

El sector externo se debilitó (cayó la inversión extranjera y se redujo la tasa de crecimiento de las exportaciones) y a pesar del ingreso de US$1,100 millones en bonos soberanos, la Balanza de Pagos cerró con un déficit global de US$554.7 millones. Nunca en la historia de la Balanza de Pagos se había registrado un comportamiento de esa naturaleza, ni siquiera en 2008, con el choque mundial de los precios se produjo un resultado negativo de esa magnitud (en ese año fue negativo US$325 millones). El déficit del gobierno central, tanto que hablan de ese tema los economistas del PPH, ascendió ese año al 2.3% del PIB.

Cuando empiezan las dificultades en los tres bancos  la economía estaba debilitada y los agentes económicos desconfiaban del gobierno. En esa situación las autoridades  entregaron, en violación a la Ley Monetaria, facilidades por RD$43,565 millones que se esfumaron y luego procedieron a devolver la totalidad de los ahorros beneficiando a vinculados (en Baninter devolvieron el 75% de los depósitos a 80 personalidades) provocando la mayor hemorragia monetaria en la historia del peso y con ello la devaluación e hiperinflación.

El gobierno de Hipólito Mejía elevó la tasa de desempleo de 13.9% en 2000 a 16.1% en 2002, pérdida de 105 mil empleos antes de las quiebras bancarias, y luego de las quiebras lo elevó 19.7%, perdiéndose 232 mil empleos. La pobreza de 28 a 43.1% y los indigentes de 9 a 16.2%, aumentando en 1.5 millones el ejército de pobres.

Eso en materia económica, pero en materia social fueron incapaces de crear mecanismos de protección a los más pobres (como lo ha hecho este gobierno con la tarjeta Solidaridad y los 2.2 millones de afiliados al régimen subsidiado de la Seguridad Social). Por el contrario, redujeron el gasto en educación de 2.5% del PIB a 1.3%; el de salud de 1.8 a 1.2 por ciento del PIB y la asistencia social de 1.1% del PIB apenas 0.3 por ciento.

En materia institucional modificaron la Constitución para restablecer la reelección a puros papeletazos, violando un precepto de piedra del PRD, y cuando le correspondió elegir tres jueces de la SCJ, lo hicieron sin consultar a nadie y sin vistas públicas, y así mismo lo hicieron en la designación de la JCE. También cometió la desvergüenza de enviar soldados dominicanos a Irak, lo cual provocó la renuncia de su Canciller.

Hipólito Mejía tuvo su oportunidad y la desperdició, ahora le corresponde al candidato del cambio seguro, Danilo Medina,  preservar los logros de esta administración y llevar a cabo las reformas y transformaciones para enfrentar la inequidad social y construir una sociedad más próspera.

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