Todo el mundo supo, desde que salió de los labios de Reinaldo Pared, que se trató de un piropo envenenado con un claro propósito: sembrar cizaña entre el liderazgo del PRM, una variante de la estrategia del divide y vencerás que siempre tiene posibilidades de éxito en los partidos que desde su nacimiento llevan en su ADN los genes divisionistas del PRD. Pero independientemente de las intenciones del presidente del Senado, y de su expresa predilección por el expresidente Hipólito Mejía como interlocutor debido a su “sensatez y comedimiento”, lo cierto es que no es el único al que le ha llamado la atención el comportamiento del Guapo de Gurabo, y no solo por la moderación mostrada en estos agitados días en los que la oposición, encabezada por el PRM, intentó impedir que el PLD y el gobierno impusieran una JCE a la medida de su vocación de perpetuidad sino desde mucho antes. ¿Dejó Hipólito de ser Hipólito, genio y figura hasta la sepultura? Muchos son los que lo dudan, lo que explica las ríspidas reacciones a sus propuestas para combatir la corrupción, que expuso en la Octava Conferencia Regional de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación que se celebró en el país, pero eso no quiere decir que sea imposible. Quien les escribe no tiene interés en meter cizaña, ni candidatos favoritos, y si lo puntualizo aquí es porque debo advertir que subestimar al expresidente Mejía es mala estrategia, mucho mas si este da señales de que está en disposición de reinventarse eliminando de su perfil político los rasgos que provocan mas rechazo en el electorado. Y recordar, además, que la experiencia nos ha enseñado que en este país los “muertos políticos” son como Lázaro: en cualquier momento se levantan de sus tumbas y ganan las elecciones.