¡Hipólito va!

¡Hipólito va!

La política es un ejercicio tan simple y complicado como la práctica de los deportes. Se ejecuta mediante un cuidadoso ejercicio entre la táctica y la estrategia.

Saber escoger el momento adecuado es, más que una decisión, un arte que contribuye a elevar el candidato.

El político debe saber hacerse acompañar de manera adecuada, rodearse de personas y dirigentes que contribuyan a que el trabajo se desarrolle de manera armoniosa.

El político desarrolla cualidades que lo colocan como guía de los demás puesto que tiene el carisma, la capacidad de generar entusiasmo, por eso lo eligen como líder porque concita el entusiasmo de sus seguidores.

El político debe saber leer entre líneas y usar su visión para ver más allá de la curva que se pierde al otro lado de la montaña.

El político sabe cuándo es oportuno montarse en la ola y cuándo conviene evitar seguir la dirección del viento.

El político asume posiciones que pueden resultar contradictorias, poco agradables a los oídos de muchos, pero siempre lo hace pensando en el bien común y no en su propio beneficio.

El político tiene un sentido del tiempo y de la oportunidad que escapa a la mayoría, en ocasiones hasta a seguidores cercanos.

El político trabaja, constantemente, como una flecha que sale del arco en busca del blanco y no se desvía hasta lograr su propósito

El político realiza una práctica tan complicada como la que se desarrolla en el ajedrez, donde la visión y el carisma juegan un papel fundamental para que el partido gane las elecciones y obtenga el poder político

El político obtiene el triunfo con trabajo, tesón, altura de miras, real capacidad dirigencial desarrollada en la práctica de vida, en el largo y fructífero ejercicio de servir al pueblo desde distintas posiciones que se obtienen mientras se escalan, peldaño a peldaño.

El político requiere de una organización dispuesta a transitar el camino hacia el triunfo sin que importen los sacrificios y dificultades que de seguro se hallarán en el camino. Esa organización requiere de dirigentes capaces, dedicados, eficientes, probados, con una gran vocación de servicio público.

Tanto en el béisbol como en la política ningún dirigente, ningún líder, revela su estrategia. El dirigente y el líder saben en qué momento disponen realizar qué jugada.

Hipólito Mejía es el político dominicano de más carisma, concita un respaldo que lo convierte en el candidato natural de las masas que lo siguen vivando con la consigna: ¡Llegó Papá! Hipólito no respalda aspiraciones en perjuicio de las propias. ¡Hipólito va! Lo cierto es que Hipólito, como buen demócrata, competirá con todos los aspirantes y será elegido candidato y luego Presidente de la República.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas