Historia de la Federación de Estudiantes Dominicanos, la UASD, el Movimiento Renovador y las luchas intergrupales

Historia de la Federación de Estudiantes Dominicanos, la UASD, el Movimiento Renovador y las luchas intergrupales

Portada libro Sebastián del Pilar Shez

1. Sebastián del Pilar Sánchez, cuyos datos biográficos omito, porque figuran en la solapa de su libro: UASD, Alborada libertaria y debates (1961-1974 (Santo Domingo: El Gato, 2022) ha escrito un libro que hacía falta en la bibliografía histórica de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y de la sociedad en particular acerca del origen histórico de la Federación de Estudiantes Dominicanos y sus ramificaciones en los liceos del país y, sobre todo, los documentos imprescindibles no solamente de la FED, sino de los demás grupos estudiantiles surgidos en la vieja casa de estudios, los cuales, tan pronto pasó la luna de miel de la lucha por la autonomía y el fuero universitario, se lanzaron unos y otros a una lucha sin cuartel por apoderarse de ese “bendito aparato ideológico del Estado”, según la teoría instrumental de Louis Althusser.

2. La descripción cruda, con poca intervención de la subjetivación del autor, debido a que se fundamenta en los documentos, nos adentra en los entresijos que aquel embrollo o lucha brutal, casi a muerte, que se entendió muy mal para la época, entre Fragua y el Bloque Revolucionario Universitario Cristiano (BRUC).

El fanatismo de unos y otros convirtió el espacio universitario en un campo de Agramante y quien voceara más duro y golpeara más fuerte (a veces con armas de fuego, palos, piedras) salía triunfador, hasta que la batalla comenzaba, con más bríos al día siguiente.

3. El comportamiento psicológico y político de los estudiantes, y los de la UASD a partir de aquel año de 1961 luego de decapitada la dictadura, no difiere en nada de los movimientos estudiantiles en el siglo XX, incluido mayo del 68 en Francia, Woodstock en 1970 y la miríada de alzamientos que en el mundo ha habido y que comenzaron en las universidades y luego en las calles. Son un hervidero de ideas que abonan tiempos por venir, pero al ser el producto de la mentalidad calenturienta del estudiantado, una vez que estos se gradúan y ocupan puestos importantes en el mundo de su profesión, estamos obligados a voltear la mirada a Max Stirner, quien en su libro L’unique et sa propriété (París: Stock+ Plus,1972 [1978]) ve cualquier revuelta estudiantil como los filisteos del cristianismo, que predican una cosa y hacen otra. Por eso llama filisteos a los estudiantes revolucionarios: «Los malos sujetos, los estudiantes vocingleros e incrédulos que desafían todas las convenciones no son, hablando con propiedad, más que unos ‘filisteos’: al igual que estos últimos ellos tienen como único objetivo las convenciones. Desafiar por fanfarronería como lo hace es, todavía, conformarse a esas convenciones. Es, si usted quiere, conformarse a ellas negativamente; vueltos ‘filisteos’, a ellas se someterán alguna día y se conformarán positivamente” (Op. cit., p. 150).

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4. Hay algo que Del Pilar Sánchez no vio en la lucha estudiantil universitaria que describe con tan vivas pinceladas: esa juventud andaba detrás de la movilidad social que el trujillismo no le permitió ni a ellos ni a muchos de sus padres. Esa movilidad estaba estrictamente controlada y Trujillo sabía la cantidad de bienes materiales y dinero que poseía cada habitante del país. Y cuando las puertas de ese potrero que fue la UASD se abrieron, todos los sueños y las apetencias entraron de golpe al recinto educativo. Se mataron fragüeros y socialpistolas, feflisas y pacoredistas, perredeístas, camilitas y fragüeros y cada grupo usaba la travesura que más llamara la atención. La primera rectoría trujillista voló por los aires y dio paso a la de Salvador Iglesias, la de Caro Álvarez a la de Monsito Báez y el primer rector, Castaños Espaillat, elegido casi a unanimidad por los grupos estudiantiles, también voló cuando el grupo socialcristiano le acusó de favorecer a los fragüeros. En lo que sí, matices más, matices menos, estuvieron de acuerdo todos los grupos estudiantiles fue en la ejecución del Plan Cayetano de destrujillización de la UASD.

Iglesias Baher no pudo sostener el pulso, el aguerrido Monsito recurrió al expediente trujillista de entregar el pago del cheque mensual a los profesores a cambio de su adhesión personal al rector. Hasta ahí llegó su sapiencia. Voló por los aires.

5. Cuando se firmó en Río Piedras, Puerto Rico, el pacto entre el PRD de Bosch y el Partido Revolucionario Social Cristiano de Moreno Martínez y Josefina Padilla, bajaron las tensiones entre fragüeros y socialpistolas. Se trataba, pues de un rejuego mayor: la vuelta de Bosch al poder con el mantra de la constitucionalidad sin elecciones. Eran los días finales del Triunvirato y la misma calma chicha que reinaba en el país, reinaba en la UASD. Después del fracaso de las guerrillas de Manolo en los diferentes frentes abiertos en las montañas del país, la UASD y el país vivieron un compás de espera lleno de una campaña a todo dar por Tribuna Democrática, los noticiarios radiales tronaban en contra de la situación creada por el Triunvirato y hasta Balaguer desde Nueva York, donde se encontraba exiliado, lanzaba a través del Listín Diario sus misiles a favor de la celebración de elecciones libres. La Capital era un solo murmullo contra el Triunvirato. Todavía la televisión (apenas dos canales) no ocupaba el sitial que ocupa hoy y quien quisiera estar informado debía seguir los noticieros y boletines de las emisoras más combativas de la época (Radio Comercial, Radio Mil, Radio Noticias, etc.).

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6. Se produjo un incidente que, según los estrategas estudiantiles y las autoridades universitarias, había que evitar a toda costa: que las luchas de los grupos estudiantiles no se les fueran de la mano y no sirvieran de pretexto para que el Gobierno cerrara la universidad. Un día ocurrió lo inesperado y con esto el temor de que el más menudo pretexto podría servir al Gobierno para cerrar la UASD y abolir la autonomía y el fuero universitario. Con el viento y el frescor de la mañana, amanecieron dos banderas en la azotea de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, una con el martillo y la hoz, y la otra del grupo estudiantil que, al parecer la patrocinaba, es decir, la Juventud Comunista, apéndice del Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO). La crisis estaba armada. Se inició una investigación por parte de las autoridades universitarias, pero estas no determinaron la verdad y resolvieron adoptar decisiones drásticas en contra de los propietarios de tales símbolos que, en la universidad, se decía, colocaban la bandera del comunismo ateo e internacional por encima de la bandera dominicana.

La Juventud Comunista, para capitalizar el evento, hizo mutis por el foro y dejó la bola correr a sabiendas de que su comité directivo no había realizado ni autorizado a un puñado de sus cuadros a crear esa jugada maestra, pero tampoco le convenía desmentirla. Hubo expulsiones de los miembros de la Juventud Comunista, según la “gravedad” del caso, cancelación de matrículas, expulsiones de por vida y de parte del Gobierno la cosa no pasó a mayores. Hasta el día de hoy nadie sospechó que, para desacreditar el comunismo, dos socialcristianos, Bernardo Defilló y Huáscar Castillo, estudiante de Ingeniería, irían tan lejos como enhestar esas banderas temprano en la madrugada para que, al abrir sus puertas la UASD, todo el vivo viera con sus propios ojos el nuevo milagro del maoísmo.

7. A medida que la generación de estudiantes que ingresaron en la UASD en plena era de Trujillo, realizaron su investidura, muchos se marcharon al extranjero a realizar posgrados, otros montaron sus bufetes de abogados o consultorios médicos u odontológicos o sus oficinas de flamantes ingenieros constructores y calculistas en la Capital o en el interior. En esa misma medida se fue enfriando el conflicto entre pequeños burgueses que creían, en esa época, que la toma del poder estaba al doblar de la esquina y nunca comprendieron que una revolución, ni siquiera un cambio de régimen como el del Consejo de Estado o el Triunvirato se cae o se tumba con la vocinglería de los estudiantes de que habla Max Stirner.

Todos volvieron a acomodarse a sus viejas convicciones, fueron exitosos en su profesión, se casaron, tuvieron hijos y nietos y hoy, como los veteranos de guerra, rememoran en cada ocasión sus travesuras de aquellos días.

Estamos en enero de 1965, a cinco meses de la insurrección y guerra patria de abril de 1965.

(Continuará).

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