Historia de las médicas dominicanas tiene el signo de la discriminación

Historia de las médicas dominicanas tiene el signo de la discriminación

La presencia de las mujeres dominicanas en el área de la medicina tiene el signo de la entrada forzosa, de la omisión, de una discriminación que no se corresponde con sus aportes ni con el volumen de profesionales, de ese segmento de la población, que ha salido de las principales universidades del país.

La muestra es amplia, pero bastaría con citar tres ejemplos: en los 93 años que tiene el Ministerio de Salud Pública solo dos mujeres han sido titulares, a la sazón las doctoras Martha Brown y Altagracia Guzmán Marcelino.

El Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), fundado hace 65 años, ha sido dirigido solo una vez por una mujer: la farmacéutica Ligia Leroux.

Y en el ámbito académico la mujer dominicana es dominante, pero los cargos de dirección están mayoritariamente en manos de los hombres.

Esos datos, documentados en una amplia investigación, están esbozados en el libro “La Mujer Médica en la Sociedad Dominicana”, del psiquiatra Fernando Sánchez Martínez.

El punto de partida que escoge el autor, para develar una discriminación que no tiene mucha resonancia, es la vida de Evangelina Rodríguez Perozo, graduada en medicina en 1911.

“Evangelina Rodríguez, siendo mujer, negra y pobre, enfrentó y superó todas las dificultades propias de la época. Ella desbrozó el camino por donde seguirían después las mujeres dominicanas, en las diferentes facultades”, plantea Sánchez Martínez.

Al citar una conversación del doctor Antonio Zaglul con su colega Heriberto Pieter -primer negro en ingresar a una universidad dominicana-, el autor se hace eco del intrincado camino que recorrió Evangelina Rodríguez para imponer su talento.

“Zaglul cuenta que su profesor Heriberto Pieter le decía “no crea usted lo que le dicen los hombres de ella; calé su cultura médica y su cultura general, antes y después de su ida a París, y le doy fe de que era una persona con una inteligencia por encima de lo normal, y que era muy estudiosa.

“Asimilaba bien lo que leía y sabía ponerlo en práctica. Estoy convencido de que los hombres la despreciaban porque no aceptaban que una mujer estudiara medicina”.

Números fatales. La primera mujer en graduarse de medicina en la entonces Universidad de Santo Domingo, fue Evangelina Rodríguez, en 1911. Pero pasaron once años hasta que se graduó otra: Mercedes Heureaux Pons, en 1922.

De 1922 a 1949 obtuvieron títulos de doctoras solo once, según los datos que aporta el doctor Sánchez Martínez.

“De 1950 a 1961, la graduación de mujeres en la UASD continuó siendo muy limitada, pero a la caída de la dictadura, y sobre todo después de la Revolución Constitucionalista, se produjo un flujo enorme de mujeres hacia los estudios de medicina”.

Actualmente, más del 60% de la matrícula de la Escuela de Medicina está conformada por mujeres.

Pero la Facultad de Medicina de esa academia, que tiene 475 años de creada, nunca ha tenido una mujer como decana.

En la Facultad de Ciencias de la Salud han ocupado puestos técnicos y administrativos nueve doctoras: Maritza Lapaix fue decana de 1980 a 1991 y vicedecana de 1978 a 1980.

Maritza Taveras fue directora de la Escuela de Medicina de 2003 a 2008. Y las cátedras de la Escuela de Medicina han tenido seis coordinadoras en toda su historia.

Actualmente, la escuela de Medicina de la UASD tiene 142 docentes, de los cuales 90 son hombres y 52 mujeres.

En otras universidades. La realidad en otras academias no es distinta.

En la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm), que inició la carrera de medicina en 1974, la Facultad de Ciencias de la Salud ha tenido una sola decana, la doctora Mariana Moreno García.

Ella también ha sido la única directora que ha tenido la Escuela de Medicina, que en cambio ha tenido 13 directores.

En la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (Unphu), fundada en 1966, ninguna mujer ha sido escogida como decana de la Facultad de Ciencias de la Salud ni en la dirección de la Escuela de Medicina.

En la Universidad Central del Este (UCE) el panorama no es distinto. La Facultad de Ciencias de la Salud ni la Escuela de Medicina han sido dirigidas por mujeres.

Lo mismo pasa en la Universidad Tecnológica de Santiago, en la Universidad Católica Nordestana y la Universidad Católica Tecnológica del Cibao.

En los hospitales. “En las instituciones públicas de salud se repite el mismo caso que en las universidades: los cargos más relevantes son asignados a los hombres”, destaca Sánchez Martínez en su libro.

De los 48 hospitales del Ministerio de Salud Pública en solo 22 han tenido directoras.

“También es lamentable comprobar que ningún hospital de las capitales de provincia tiene el nombre de una doctora en medicina”, dice Sánchez.

El IDSS tiene el mismo signo. Ha tenido una sola directora, Ligia Leroux, desde su creación en 1947. En los hospitales la situación ha mejorado: en cuatro de los ocho que tiene esa red hay directoras.

En el Colegio Médico. En los 122 años de vida institucional el Colegio Médico Dominicano (CMD) ha sido presidido solo por dos mujeres, las doctoras Altagracia Guzmán Marcelino y Amarilis Herrera.

Pero la primera mujer que ocupa un cargo en la directiva de la entidad es la doctora Consuelo Bernardino, quien fue tesorera en en 1941.

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