Historia General del  Pueblo Dominicano

<P>Historia General del  Pueblo Dominicano</P>

Estoy de acuerdo con la iniciativa gubernamental de una nueva historia dominicana, que no debe confundirse con una historia para acomodar ejecutorias de gobiernos, tampoco para olvidar o destacar hechos. Me tranquiliza ver en la página “Web” del Archivo General de la Nación, dirigido por el Dr. Roberto Cassá, los nombres de los responsables de los diversos estudios que habrán de realizarse, son investigadores profesionales, dominicanos y extranjeros, especialista cada uno en su campo.

Como ejemplo basta un botón, cito dos nombres, el de Dr. Genaro Rodríguez Morel, por más de veinte años residiendo en Sevilla, a tiempo completo en ocasiones y a tiempo parcial en otras trabajando en el Archivo General de Indias, leyendo papeles escritos en el castellano antiguo, un trabajo agotador, porque la interpretación se hace con paleografía, una técnica muy particular. Con los archivos y conocimientos acumulados en el tiempo, está en capacidad de escribir sobre los primeros dos siglos de la colonia, los más problemáticos de la Hispaniola, sin dichos papeles nadie en el país estaría en condiciones de escribir esa historia inicial o parte de ella. Se trata de un dominicano dedicado a la academia, que por cierto acaba de recibir su doctorado con honores por la Universidad de Valencia. Cito también al Dr. Antonio Gutiérrez Escudero, español, ampliamente conocido y querido por la intelectualidad dominicana, entre otras razones, por sus constantes estudios sobre el tema de la colonia de Santo Domingo en el siglo XVIII, el investigador de mayor aporte al conocimiento en ese periodo, su imparcialidad fue determinante para hacer que los hechos hablaran por ellos mismos.

Los historiadores mencionados, como tampoco Frank Moya Pons, Roberto Cassá, José Chez Checo, Emilio Cordero Michel, Mu-Kien Adriana Sang y otros que tendrán la elevada responsabilidad  de la reconstrucción de la historia hasta  el 2000, estimo yo que de ninguna manera tendrán en mente pretender la verdad última de lo que ocurrió en el pasado como lo plantea J.H. Plumb en su obra The Death of the Past (Londres, Macmillan, 1969), la tarea sería inalcanzable, porque de entrada habría que decir que no existen verdades históricas que no tengan problemas. Solo darán su versión sobre el objetivo estudiado, que podría contradecir, y es bueno que suceda, lo que se leería en nuevos documentos, también diferenciarse de la memoria popular, porque no existe una historia definitiva, todas son provisionales,  solo bajo regímenes de fuerza es que se intenta dominar la narración.

También es cierto que no existe consenso sobre la metodología en la historia, pero para el proyecto esto no debería constituirse en un problema, siempre que los trabajos respondan a un método riguroso, demostrando que en el proceso de investigación los historiadores han respetado “elementos claves o fundamentales”. Después de todo el producto final no sería más que teoría, con componente ideológico desde luego que sí, pero ¿quién se libera de ello?. Me imagino un libro que recoja la historia de investigadores que han seguido diversos métodos, a Hegel, Marx, Weber, Collingwood, Popper, Danto, entre otros, basada en el estudio de fuentes primarias. 

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