Historial de Clinton revela exceso de trabajo y mala alimentación

Historial de Clinton revela exceso de trabajo y mala alimentación

Nueva York, 4 sep (EFE).- El ex presidente Bill Clinton acarrea en sus espaldas años de abusos gastronómicos y una agenda de trabajo estresante, como cualquier estadounidense medio, según se revela ahora que está ingresado a la espera de una operación coronaria.

Ya antes de este episodio que le ha llevado a la sala de urgencias del hospital Presbiteriano en Nueva York, Bill Clinton era conocido por su tendencia a combinar la comida rápida, alta en grasa y baja en contenido proteico, con una intensa actividad laboral.

Pese a practicar ejercicio con una cierta asiduidad, el ex presidente fue acumulando sobrepeso durante sus últimos años en la Casa Blanca, lo que le llevó hace unos meses a abordar un cambio radical de hábitos y a abrazar las excelencias de una disciplina en auge: la dieta «South Beach».

El pasado mes de enero, el ex mandatario apareció en un acto público luciendo mucho más delgado, y ante la curiosidad que despertó la ausencia de barriga, reconoció, abriéndose la chaqueta, que «la cerveza se ha acabado».

En cualquier caso, parece que el cambio de hábitos del ex presidente llegó algo tarde, a tenor de las pruebas a las que se sometió tras sufrir fuertes dolores en el pecho y problemas para respirar, síntomas habituales en las personas que sufren problemas de corazón.

Si bien el centro sanitario no ha ofrecido información oficial sobre el ex presidente, algunos medios locales informaron de que los médicos le habían practicado un angiograma, un procedimiento para detectar la existencia de obstrucciones en las arterias coronarias.

La prueba determinó que Clinton padecía arteriosclerosis en los vasos sanguíneos coronarios, aunque con un «normal funcionamiento del corazón y sin muestras de haber padecido un ataque cardíaco».

Según declaraciones del equipo médico recogidas por algunos medios, la obstrucción de las arterias era la causa de las molestias sufridas por Clinton, y suficiente motivo como para justificar la intervención.

Anoche mismo, y en medio de la gran expectación que generó su estado de salud, Clinton concedió una entrevista al programa «Larry King Live», de la cadena CNN, donde se mostró tranquilo y con gran sentido del humor, pese a su hospitalización.

«Déjame decirte que los republicanos ya no son los únicos que quieren permanecer, al menos, cuatro años más», dijo Clinton, en referencia al lema que ha coreado el partido de George W. Bush de cara a las elecciones del próximo 2 de noviembre en Estados Unidos.

En la entrevista, Clinton explicó que sufría una obstrucción «sustancial» en las arterias coronarias, y que de no someterse a la operación programada para implantarle un bypass, tenía el 100 por cien de posibilidades de sufrir un ataque al corazón.

«Una parte de este problema es genético, aunque se podría haber agravado en todos esos años en los que fui muy descuidado con lo que comía», confesó.

Al acudir al hospital, «probablemente me salvé la vida… creo. Estoy un poco asustado, pero no mucho», apuntó.

La operación de bypass, como la que se le va a practicar a Clinton, consiste en construir un puente en una arteria obstruida para restaurar el flujo sanguíneo, y normalmente se realiza extrayendo un trozo de la vena safena, de la pierna, e insertándola en la arteria afectada.

Por el momento, no se ha hecho público cuando se realizará la intervención exactamente, si bien su esposa, la senadora por Nueva York Hillary Clinton, explicó el viernes a la prensa apostada en el hospital que sería, como muy pronto, la próxima semana.

Hillary Clinton, que suspendió todos sus actos públicos para permanecer con su esposo, dijo que el ex presidente «está bien, de buen humor» y que «estará de vuelta preparado para el combate en poco tiempo». EFE

 

 

 

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