Historias de liderazgo de tribus y de manadas

Historias de liderazgo de tribus y de manadas

Un día el gran jefe “Pluma de Ganso” se levantó del suelo en donde estaba sentado, alzó su ritual hacha de mando en aparente o  real actitud autoritaria, y hubo algarabía general en la tribu, y gran consternación entre los sediciosos y los malvados. Ese gesto “histórico” de macho alfa, de líder de manada, según los cantores de gestas, payadores y habladores (a sueldo), provocó que esa noche todas las mujeres en edad fértil,  tuvieran oníricas fantasías eróticas, en las cuales el Gran Espíritu Viril las fecundaba. Y muchos hombres de la tribu, y hasta ancianos que hacía tiempo no cohabitaban con sus hembras, decidieron procrear vástagos a los cuales  les pondrían el nombre del inefable cacique.

En las tribus como en las manadas el macho alfa ejerce su dominación con gestos, lenguaje corporal y gutural, y con mensajes olfativos cargados de testosteronas y otras hormonas que declaran a los demás, machos y hembras, mensajes precisos acerca de sus estados de humor, de sus actitudes e intenciones. Con sólo una mirada, unos se echan, otros se orinan y la mayoría se aquieta. El “Encantador de Perros”, el psicólogo canino Millán, nos da lecciones que muy atinada y oportunamente sirven para educar a humanos. Con especial atención a nuestros lenguajes no verbales, actitudes corporales y a los efluvios energéticos que emanamos, y que los animales, más que los humanos, leen y decodifican con gran precisión.

Los perros, dice Millán, saben si somos inseguros o neuróticos. Y nos obedecen mejor si somos enérgicos, serenos, firmes y asertivos. El psicólogo de perros de “National Geographic”, establece la importancia de estas actitudes para la dirección de nuestros hogares, y de sus aseveraciones y demostraciones no es incorrecto inferir que en el gobierno de una nación se requiere de comportamientos similares de parte de los que ejercen el mando, sin detrimento, en ningún caso, de las habilidades para la discusión democrática y civilizada de los asuntos comunes y de estado. No hay otra manera de que los perros respeten, que roedores y alimañas se mantengan en sus setos y covachas. Sean estos narcos, agiotistas, evasores, lavadores, contrabandistas, chantajistas, o asaltantes de patio.

Lo que ocurrió en aquella tribu el día que el jefe tuvo aquella ocurrencia de masculinidad, de líder de manada, la aldea aún lo rememora y celebra, y todavía hace culto a sus dioses para que ese día glorioso se perpetúe. Día en que las mujeres se sintieron orgullosa y complacidamente femeninas; y los hombres entendieron para qué realmente servía la masculinidad. Todos se sintieron protegidos y en completa paz, bajo la germinal esperanza que empezó a generarse, de que el orden y el progreso serían posibles en días cercanos. O, seguramente, en las nuevas generaciones de varones.

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