En 1961, y tras la gesta del 30 de mayo de ese año, comenzaron en República Dominicana el renacer de la libertad y el retorno al sistema democrático en que hoy nos encontramos. Poner fin a la dictadura de Rafael Trujillo, que sojuzgó a la nación por 31 años, supuso ingentes sacrificios para muchos hombres y mujeres. Con anterioridad a esa estremecedora cita con la historia, el tirano diezmó con extrema crueldad a decenas de hijos de la patria y de naciones hermanas que llegaron a esta tierra en una expedición libertaria que ahora recordamos reverentemente.
A los campos de Constanza y a las playas de Maimón y Estero Hondo arribaron con pocos días de diferencia, las valientes columnas de exiliados entrenados para el propósito de enfrentar a la férrea maquinaria de la tiranía. La sociedad fue conmovida por aquella incursión que tan decididamente enfrentó de manera muy desigual a un ejército de notable poderío. Una cadena de acontecimientos quedó en marcha y el descrédito del régimen fue mayor. Su caída ya solo fue cosa de tiempo. Aquellos guerreros de honor y coraje dieron pues uno de los más significativos aportes a la emancipación de esta sociedad y de esa manera entraron gloriosamente a la historia. Perenne debe ser el homenaje de la posteridad a los heraldos de la libertad que un día como hoy llegaron llenos de patriotismo.
Condenable deficiencia
Como consecuencia del caos de redes eléctricas afectadas por millares y millares de conexiones ilegales, las muertes por electrocución son frecuentes en este país. Muchas personas pagan con su vida en barrios pobres la temeridad de adherirse al servicio energético de manera irregular. Pero otras fatalidades del mismo género ocurren también y cuestionan a la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales.
Esta entidad está obligada a reaccionar con presteza para corregir los peligros extremos que se derivan de caídas accidentales de cables de alta tensión. Tal atención no se dio ni por asomo en el caso registrado el viernes en Villa Consuelo dando lugar a la trágica muerte de una joven madre y su hija de meses que tocaron inadvertidamente una línea de alto voltaje que, de acuerdo con el testimonio de vecinos, tenía varias horas en el suelo en plena vía pública. Una omisión tan costosa humanamente no debería quedar sin sanción.