“El hogar debe proporcionarnos un santuario para el alma
y un refugio para los sentidos”.
Jane Alexander
En estos días entraré en un proceso de mudanza. Convertir un espacio nuevo y vacío en un “hogar” requiere una enorme cantidad de energía. Crear un hogar es algo que exige tiempo. La vivienda que habitamos es el principal referente para encontrar seguridad y bienestar. Un hogar es algo más, es un espacio sagrado.
Sagrado se deriva de una raíz que significa entero, completo, conectado. Así, cuando algo es sagrado equivale a decir que nos completa, o nos hace enteros. Tener un espacio sagrado es una necesidad del alma. Lo mismo dá que sea una iglesia, la casa, un templo, la playa o la plaza España.
Aunque el diccionario dice que sagrado es algo bendito, sacro o santificado, el alma lo traduce de un modo simple a algo que tiene encanto, que nos da felicidad, que nos conecta con el gozo, o nos muestra la magia y el milagro. La religiosidad hace que la palabra “sagrado” se asocie con santidad, devoción, virtud y piedad, lo que deja a muchos fuera de su alcance. ¡Se asustan!
Hace unos 25 años conocí el feng shui, un sistema estético basado en la doctrina taoísta y dirigido a mejorar la calidad de vida de las persona, por vía del maestro Sha Tang Tsu. A su lado aprendí a confiar en mi corazón y a conectar con el corazón de los espacios, para saber de qué modo podría ser un lugar de alegría y prosperidad para quienes le habitan.
Mi casa es mi lugar sagrado. En ella me siento ser quien soy, me muestro sin pudor. Hace unas semanas, les hablaba a un grupo de participantes de Love Vision de cómo el estado en que se encuentra nuestra casa potencia nuestra autoestima o la lastima.
Comentaba de las limpiezas intuitivas de espacio que aprendí a hacer con Denise Lynn, una reputada escritora con más de 16 bestsellers entre los que se encuentran “Espacio Sagrado” y “Feng Shui para el alma”. Según ella, el hogar puede ser un espacio tóxico donde enfermamos, o un lugar sagrado en donde nos conectamos con lo divino. La diferencia la hace la manera en que lo miramos, y nos relacionamos con él.
El viaje personal de Denise inició tras una experiencia cercana a la muerte a los 17 años. Su búsqueda la llevó a explorar las tradiciones curativas de diversas culturas, incluyendo las de sus propios antepasados cherokees, los aborígenes australianos, los kahuna hawaianos, los zulúes en Bophuthatswana, los maoríes de Nueva Zelanda. De ellos aprendió hermosas prácticas para transformar la mirada y mirar lo sagrado que se encuentra en las cosas cotidianas.
Creo que el cuidado que le damos a nuestra casa es una delicada expresión de cómo nos relacionamos con nosotros mismos, y el grado de satisfacción que el alma expresa hacia la vida que vivimos. ¿Tu casa dice quién eres?, ¿te refleja?, ¿te completa?, ¿te trae felicidad? ¿Es un espacio sagrado?
El reputado arquitecto y escritor Anthony Lawlor dice en su libro “Un hogar para el alma: guía para vivir con espíritu e imaginación”, que el paraíso que buscamos está al alcance de la mano, entre los armarios de la cocina, y el closet de la habitación. Y afirma que podemos recuperar en nuestro hogar el lugar sagrado que el alma desea, si la miramos con amor.
Para mí, es más que claro que la religión y la satisfacción del alma no son sinónimas. Hay quienes miran el lugar sagrado en el templo de su iglesia, y hay otros que encuentran la paz en el sillón junto a la ventana de su sala. Unos pocos, tienen el privilegio de ver todo el planeta como un lugar sagrado.
Lo interesante es que no vemos las cosas como son, sino como somos nosotros. En el budismo zen, se hace mucho énfasis en ver todo como algo sagrado, especialmente, los espacios que habitamos.
Alejandro Jodorowsky le indicó a una persona, que tenía temor de mudarse de la ciudad donde vivía, que perfumara la suela de sus zapatos y saliera a caminar. De este modo, sentiría el balance al dejar algo bueno en la tierra que amaba, pero que iba a dejar.
En la época de la recesión de los bienes raíces, la inmobiliaria más grande de Manhattan, Corcoran Group, tomó un listado de las propiedades que llevaban más de 6 meses promoviéndose sin éxito, contrató a una persona para que las limpiara energéticamente y les echaran la bendición, y ¡la gente las compraba!
Un espacio sano genera sentimientos de seguridad. Las personas compran basándose en cómo se sienten en un lugar. La noticia apareció en el The New York Times, y fue replicada en otros estados.
Cuando en la Florida los bancos reposeyeron una gran cantidad de propiedades, los asesores inmobiliarios contrataban “spiritual housekeeping”, para liberar el dolor presente en las casas que les fueron quitadas a las personas. De ese modo, otras personas podían vivir en ellas sin contratiempos.
En su libro “El cuidado del hogar”, Marilynne Robinson dice que las abuelas y bisabuelas eran sacerdotisas, sabían que el hogar es un espacio sagrado. Robinson propone usar la harina de maíz, la sal, los cereales, la cerveza, la miel, la cera de abejas, el aceite de linaza, la leche, el romero, el eucalipto, el agua de rosas, la albahaca y los aceites de limón, naranja y mandarina para hacer las limpiezas del espacio.
Para ella, los objetos de la casa tienen vida, por lo que recomienda presentar los unos con los otros, provocar nuevas y originales combinaciones, y buscar compañía para los desparejados.Cuando un espacio es nuevo, como es el caso del que voy a habitar, me limito a limpiarlo física y espiritualmente, bendecirlo, sahumarlo, colocar flores, encender las hornillas para hacer una tisana de especias y presentarme al espíritu del lugar, para iniciar una relación de mutua colaboración. Si hay amistad entre los espíritus de las personas que habitan el espacio y el espíritu de la casa, ¡tenemos un hogar!