Las discusiones sobre la igualdad de género en la industria del cine llevaban años burbujeando y, el año pasado, acabaron por romper en ebullición gracias al impulso de los movimientos Metoo y Time’s Up.
De las 842 invitaciones que la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas ha enviado para incorporar a nuevos miembros, la mitad iban dirigidas a mujeres, según la propia Academia, órgano detrás de los premios Óscar.
Si todos aceptan la invitación, las estadísticas dicen que casi todos lo hacen, la representación femenina entre los miembros de la academia será del 32%. El porcentaje de mujeres en 2015 era del 25%.
En 10 de las 17 categorías que se incluyen, se invitaron a más mujeres que hombres, como en dirección. Este movimiento ha sido un punto inflexión para una Academia que lleva años recibiendo críticas por su falta de diversidad, tanto por la escasa presencia de mujeres como de miembros de diferentes razas.
Puede ser un paso más hacia una igualdad de género real en el mundo de la gran pantalla, en la que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres y su trabajo sea reconocido y valorado, no solo en la teoría sino en la práctica, con los mismos criterios que el de los hombres.
La industria cinematográfica es la más destacada de todas las creativas, con un peso cultural, social y económico elevado y, tal vez, una de las más mimadas y consumidas por el público general.
Y por su importancia, también es fundamental que se desarrolle en un contexto igualitario. Así lo recoge la UNESCO que asegura que “el respeto por las libertades fundamentales es un requisito previo para la creación y distribución de las expresiones culturales”.
Delante de las cámaras. La “revolución feminista” de la industria del cine puede verse en diferentes aspectos. El primero es el que tiene que ver con los papeles femeninos.
Cada vez se escriben más personajes femeninos y grandes productoras y estudios se interesan más por dotar a sus películas de protagonistas mujeres. Como muestra, un botón: la última saga de «Star Wars», de las más rentables del panorama, tiene a una chica como personaje principal.
También se ha intentado rescatar la figura de mujeres que fueron silenciadas por la historia, como en el caso del filme “Hidden figures”, que cuenta el trabajo de tres matemáticas afroamericanas que trabajaron en la carrera espacial de la NASA. Sin embargo, otras intentonas de Hollywood por aumentar la igualdad, o por rentabilizar un movimiento legítimo y necesario, han fracasado en su forma y, sobre todo, en su fondo. Por ejemplo, las nuevas versiones de algunos filmes que sustituyen protagonistas masculinos por femeninos.
Voces críticas alertan de que, en realidad, esto hace poco favor a la paridad, ya que se trata de seguir contando las mismas historias solo cambiando el género de los papeles, en vez de crear historias nuevas con mujeres.
También argumentan que se cae en tópicos sexistas a la hora de abordar los nuevos roles de los personajes.
Es una crítica que no solo se alza en torno a los «remakes». Las actrices llevan años denunciando que los papeles para mujeres vienen determinados por la edad y por el físico, con un 25 % que parecieron semidesnudas entre 2007 y 2017 .
Detrás de las cámaras. Aunque parezca mentira, no hace ni diez años que una mujer ganó por primera vez un Óscar a mejor director. Fue Kathryn Bigelow, con “The hurt locker” y se lo arrebató a James Cameron y su “Avatar”. Hasta ese momento, solo tres mujeres habían sido nominadas al premio en esta categoría y ella sigue siendo la única mujer en ganarlo.
¿Cómo van a recibir los mismos premios si hacen menos películas? Se leía y escuchaba cuando las mujeres reclamaban representación e igualdad en los premios. Y lo cierto es que en esa pregunta se encierra otra de las problemáticas. Para las mujeres es más complicado llegar a dirigir y liderar proyectos.
Frances McDormand, que ganó el Óscar en 2018 por su papel en “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri”, quiso que su discurso de aceptación de la estatuilla fuese en este sentido.
Tras dejar el hombrecillo dorado en el suelo, lanzó su mensaje: “Todas tenemos historias que contar y proyectos que necesitan financiación. Pero no nos habléis de eso en la fiesta de esta noche. Invitadnos a vuestras oficinas en un par de días o podéis venir a las nuestras, lo que prefiráis”, dijo la actriz levantando a todas las mujeres presentes en la Gala, que le ofrecieron una fuerte ovación.
Solo 43 mujeres dirigieron algunas de las más de 1.000 cintas que Hollywood produjo de 2007 a 2017. Solo un 4,3% de las miradas tras las cámaras estaban guiadas por una mujer.
A las menores oportunidades para las mujeres detrás de las cámaras se suma la idea de que las historias hechas por mujeres son solo para mujeres, que se dirigen a un público nicho.
Ya en 2014, Cate Blanchett, reivindicó lo injusto de este pensamiento cuando recibió su Óscar por “Blue Jasmine”.
Se van dando pasos hacia la dirección correcta, pero aún queda mucho camino que andar.