Con apenas seis años, la inocencia de una niña le fue arrebatada por su padrastro que por otros siete más la agredió sexualmente, sin que nadie a su alrededor se percatara de que algo estaba pasando con ella.

Ansiedad, depresión, dificultad para concentrarse y conciliar el sueño, baja autoestima, desconfianza e inseguridad son las secuelas que dejaron en esta menor, el abuso sexual del que fue víctima por tantos años.

Ayer su verdugo fue enviado a prisión por 10 años por el Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, pena que, según los fiscales María Cristina Benítez y Carlos González, no está apegada al código de acuerdo a los daños.

El victimario, cuyo nombre también se omite para proteger la intimidad de la menor, aprovechaba que la madre de esta saliera de casa a buscar a su hermano al colegio para intimarla y someterla.

La niña fue agredida por la vía anal. De acuerdo al expediente, esta acción se repitió diariamente hasta que esta cumplió los 10 años. Tras cumplir los 13 años, su padrastro volvió a practicarle sexo oral y a tocarle su cuerpo.

Sin embargo todos estos abusos no fueron percibidos por la madre. La niñaconfesó lo que pasaba a la directora del colegio donde la estudiaba, esta avisó a la familia, y fueron sus tíos los que tomaron la iniciativa de dar parte a las autoridades.