Aunque parezca el título de una novela o de un cuento, estamos en la época de que mujeres como yo necesitan un hombre, aunque sea alquilado, no para dormir con él, tengo 46 años felizmente casada, pero sí para resolver algunos problemas que no podemos enfrentar.
La idea no es mía, se le ocurrió a la socióloga Olga Cedeño (QED), a principio de los años 90. Mi esposo y yo la encontramos frente al mercado Modelo de la avenida Mella, cargada con numerosas fundas. Nos pidió ayuda y subimos hasta un alto piso sin ascensor, donde vivía.
Exhaustos los tres, nos sentamos a tomar agua y, con su risa contagiosa y muy seria ella, dijo: “debemos montar una oficina de hombres de alquiler, para que ayuden a las mujeres a cargar cosas”. Ella vivía sola y en esa época no había servicio a domicilio.
Nunca he estado sola, pero un domingo, salí a almorzar con mi hija y cuando llegué a la casa, sola porque mi esposo estaba de viaje, encontré que la nevera, muy pesada ella, tenía un prender y apagar extraño.
Traté de solucionar el problema y llamé a numerosos auxiliares, pero no aparecieron. Un señor que nos da servicio estaba fuera de la ciudad, pero lo llamé por teléfono y me dijo: “Quite el controlador de voltaje y ponga la nevera directa”, ¡ay!, no pude, mis limitadas fuerzas no podían moverla.
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Después de 5 horas de agonía porque temía perder todo lo que había dentro, llamé a uno de mis hermanos, vino, movió el refrigerador con una facilidad asombrosa y listo, todo bien.
Ahí recordé a la amiga y decidí que sí, debe haber hombres de alquiler para las mujeres que viven solas, para ayudar a solucionar problemas que muchas no alcanzamos, fundamentalmente por el peso, la edad, algunas limitaciones físicas y la poca fuerza.
Hasta que la inteligencia artificial y la robótica estén al alcance de todos, hay que pensar seriamente en ese hombre de alquiler en una ciudad que, al crecer hacia arriba, ha reducido la vecindad, la solidaridad y aunque tenemos muchísimos amigos en las redes, necesitamos los de carne y huesos para que nos ayuden a sobrevivir.
Para esta entrega consulté a Google y existen esos hombres de alquiler, pero en nuestro país, son más bien “prostitutos”, que ofrecen servicios sexuales, no así en Colombia que existen profesionales que prestan servicio de chef en casa, barman, músico, conductores elegidos, abogados y logística para la organización de eventos sociales.
Aquí habría que crear una oficina de servicio todos los días del año, incluyendo los feriados. Una buena depuración, pensar en el costo de los servicios y profesionales de todo lo que puede ocurrir en una casa donde vivan mujeres que como yo no tienen mucha fuerza, será de mucha utilidad estos servicios.
Después de la pandemia, que se incrementaron las ventas online, los “delivery” de los colmados han mejorado la calidad de vida de las mujeres que viven solas, pero una avería en la energía, el agua, mover objetos pesados, si no tiene familia cerca, un criado especial, el hombre de alquiler es buena solución.