Cirilo Guzmán de la Cruz, alías Par de Ocho, se siente ser más policía que la Plana Mayor completa, y a veces, cree que hasta su sangres es gris como el uniforme de la entidad.
Nunca fue designado agente. Pero a sus 74 años de edad y enfermo, no pasa un día sin uniformarse y acudir al destacamento de la rotonda de Villa Mella. Presta el servicio que le permite su cansado cuerpo. Tiene una hernia en un testículo y camina con gran dificultad.
En la vejez no tiene dinero para residir en un lugar decente, comer y comprar medicamentos. Empero, narra lo que ha sido toda una vida para servirle a la Policía Nacional y en propiedades de ex jefes de la Policía. Cirilo comía una galleta vacía y tomaba agua en funda. Así, contaba que le fue arrabatada en el gobierno de Antonio Guzmán Fernández la ayuda que le otorgó Emma Balaguer, durante el gobierno de su hermano Joaquín Balaguer.
Le embarga el orgullo al recordar que trabajó en la finca del general y entonces jefe de la Policía, Rafael Guillermo Guzmán Acosta, de donde salió con las manos vacías.
Dice que alguna vez protegió en la finca al hijo de este general, al pequeño Rafael Guillermo Guzmán Fermín, quien también fue jefe de la Policía.
Cirilo es popular en la comandancia de Santo Domingo Norte. En una ocasión buscaba comida dirigiendo el tránsito en la avenida Máximo Gómez. Ahora, la ayuda que le dan los policías no es suficiente.
Le urge una asistencia económica por parte de la Policía Nacional.