El pasado miércoles 13 de noviembre se publicó un estudio sobre “Masculinidades y violencia de género en zonas urbano-marginales de cuatro provincias el país” que realicé para Profamilia recientemente.
El estudio es extenso y toca múltiples dimensiones de la historia de vida de los hombres entrevistados pertenecientes a distintos estratos sociales (pobres, medio y alto), contexto urbano, urbano-marginal y rural, provincias y edades (adolescentes, jóvenes y adultos). En este artículo tocamos una de estas dimensiones, la violencia de género.
La violencia de género está presente en la vida de muchos de los adolescentes y hombres entrevistados de diferentes grupos de edad y estratos sociales. Esta inicia en la familia, donde se reconocen círculos de violencia en todos los estratos. Muchos hombres vivieron en su niñez la violencia de sus padres/padrastros contra sus madres, en familias nucleares, algunas veces en forma traumática. Siendo así que las familias nucleares en la población estudiada se convierten en el modelo familiar con mayor influencia en la vivencia directa de la violencia de género.
Las causas de la violencia se pueden identificar claramente en factores como: su naturalización desde las normas de convivencia familiar, ausencia del autocontrol fomentándose así la reactividad agresiva y la imposición autoritaria del poder masculino ante toda situación de conflicto familiar-social, la competencia de poder y la complicidad en las redes de pares que se tejen desde la niñez. La complicidad masculina refuerza la violencia de género con los símbolos del “honor” y silencia los casos de feminicidios evitando la investigación y visibilización de los mismos. La solidaridad masculina se convierte así en una gran barrera en la erradicación de la violencia y los feminicidios.
La violencia de género es parte de un gran circuito que tiene sus bases en la desigualdad en los roles de género aprendidos desde temprana edad, en ellos el ejercicio autoritario del poder masculino se hace presente con una paternidad ambivalente entre la ausencia y la presencia no-afectiva. Tanto la violencia de género como la violencia contra la niñez atraviesan la historia familiar y la vida actual.
Los hombres tienden a no asumir responsabilidad en el ejercicio de violencia contra las mujeres. Muchos acusan a las mujeres de ser causantes de la violencia por sus prácticas de “infidelidad” “cuernos”, otros consideran que la violencia de género es una respuesta “natural” en el hombre por su naturaleza biológica agresiva. Junto a esta culpabilización de las mujeres yacen tendencias opuestas, que rechazan la violencia de género y niegan su justificación. Las diferencias entre estas tendencias no están vinculadas a grupos de edad, ni a estratos sociales, y en ambas se presenta la diversidad.