Considero este texto como una invitación….sí, una invitación, más que una introducción. Quienes pueden llegar al Centro Cultural Banreservas, deben visitar una exposición brillante, a la vez nutrida y relativamente corta: si hay 23 expositores, cada uno expone una obra y una concepción personal.

El resultado es excelente, acorde con el “Homenaje al maestro Oviedo”, que lo ha motivado e inspirado. Se trata pues de una muestra “inspirada”, que brota de sensibilidades y talentos, que ha podido realizarse por los artistas participantes, pero también por el esmero de la curaduría y la museografía, gracias a Miguel Ramírez. Le conocíamos como creador polifacético. Ahora bien, que se revele así un seleccionador y estudioso de sus pares en un enfoque “pluri-generacional” y de tanto nivel, sorprende y nos deleita…

Ramón Oviedo está ausente y omnipresente. La exposición se ha organizado en torno a la máxima pintura de Ramón Oviedo, Gran Premio de la Bienal del 1974.

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Y hemos contado más de una vez esta trascendencia declarada… Si tuviéramos que enfocarla dentro de la historia del arte, sería como la Gioconda de Leonardo da Vinci.

Entre tantas obras magníficas, la Mona Lisa quedó única… Así, “Uno que va, uno que viene” se proyecta en el arte moderno, y en la producción de Oviedo, por infinitas cualidades plásticas, y por su fuerza introspectiva.

Felizmente, no sucedió la premonición fatal, sino que la visión dramática gestó maravillas pictóricas y, por 40 años más, Ramón Oviedo siguió pintando y dibujando.

¡Que nos fijemos también que “Uno que va, uno que viene” data del 1974, el maestro, en la flor de la edad creativa, tenía 50 años, y que ahora, a sus 100 años, resucita, cual un emblema!

La exposición

“Uno que va, uno que viene”… el maestro repitió esta frase como título de la más famosa y celebrada pintura suya, y Miguel Ramírez lo escogió para encabezar una exposición sorprendente y lograr una curaduría ejemplar. No pocos esperaban que la primera conmemoración de aquella “supremacía” secular -2 de febrero 2024- fuese una exposición de Oviedo, personal, cronológica, como varias se programaron, en fechas y lugares distintos.

Sin embargo, he aquí una muestra colectiva, con seis generaciones y veintitrés artistas. Nos agrada esta opción singular, porque todos los expositores querían y admiraban a “don Ramón”, también porque él les estimaba a cada uno, ¡aprecio que significaba un privilegio!

Los pintores dominicanos consagrados eran sus pares, mientras los jóvenes y emergentes debían reunir dibujo, colorido y composición, predominando lo figurativo sin eliminar la abstracción. Lo que Oviedo requería era la creatividad, todavía más que el mensaje social, y quienes exponen suman estas cualidades. Todos, además, expresan en sus obras expuestas, exigencias e ideología de Ramón Oviedo, cuando él no les ha parcialmente inspirado.

Miguel Ramírez tuvo muy presentes esos vínculos, donde el afecto coincidía con el oficio, el respeto con la convicción. Era además un conjunto arduo y exigente en montaje, en un espacio difícil. Miguel, con el equipo del Centro, igualmente se distinguió en la museografía y la colocación de obras disímiles.

No podemos comentarlas individualmente, pese a que lo ameritan, y por ello reiteramos la ‘invitación” a visitar y disfrutar esta exposición-homenaje, que alterna esculturas, pinturas, dibujos, variando las dimensiones, y, rasgo impresionante, hay obras constando de una sola pieza, otras sumando hasta seis ….pero conformando una unidad.

Como casi siempre, pinturas –encabezadas por la tela mítica de Ada Balcácer– y dibujos son excelentes, pero, distinción bastante excepcional, ¡las esculturas son regias! 23 autores y obras bastan para que prolonguemos gustosamente la mirada y queramos volver…

Agradecemos al Centro Cultural Banreservas esta exposición-homenaje, a Miguel Ramírez, a los artistas. Y evidentemente para Ramón Oviedo nuestra gratitud es eterna.

“Uno que va, uno que viene”, Homenaje al maestro Oviedo.