Homenaje  póstumo a las artes plásticas

Homenaje  póstumo a las artes plásticas

Desde  que se instituyó el Premio Nacional de Artes Plásticas, ese laurel ha coronado a maestros de alta reputación, obra sobresaliente y méritos especiales que acompañaban al genio creador. Siendo muy reciente la atribución de ese reconocimiento a la obra y a la persona, varios artistas  dominicanos cimeros no pudieron recibir en vida lo que es una maxima consagración. En el 2010, el Ministerio de Cultura confirió ese honor a cinco figuras magistrales que contribuyeron excepcionalmente al desarrollo de la vida cultural y al patrimonio artístico nacional. En el 2011, esa distinción / homenaje se ha otorgado a Paul Giudicelli, Gilberto Hernández Ortega y Cándido Bidó. Bocetaremos un breve perfil de tres artistas emblemáticos, cuya pintura se inscribe en el frontispicio de la historia del arte dominicano.

 Paul Giudicelli. Nacido en San Pedro de Macorís en el 1921, 45 años después de su muerte a destiempo por un cáncer, continua siendo un pintor totalmente contemporáneo, en el sentido actual. De no haber partido este maestro en el 1965, el arte nacional podría haber seguido un cauce distinto… Fue un dibujante autodidacta precoz y estudió tarde en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Desde su primera individual relativamente tardía también, en 1953, causó impacto en la crítica. Presentó luego siete individuales más, participó en colectivas, dentro y fuera del país, ganó premios en tres bienales consecutivas.

Expresionista, neo-abstracto, cultor de una figuración muy libre y geometrizante, siempre centró sus investigaciones formales y su imaginación creadora en la cultura vernácula. 

Gilberto Hernández Ortega.  Gloria de la pintura dominicana, fue un ser  muy especial. Sus discípulos le profesaban una admiración y un cariño extraordinarios, también toda la gente que tuvo la suerte de conocer personalmente a ese pintor-poeta, desbordante de imaginación, humor y ternura. El nació en Bani, en el 1924. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde enseñó y que luego dirigió. Aparte de sus numerosas exposiciones en el país, ha proyectado su obra en Estados Unidos, América Latina y Europa, pero sin el apoyo decisivo que le hubiera generado un seguimiento internacional. 

Su muerte en 1979, en Santo Domingo, se sintió como pérdida irreparable. Maestro del color, la luz y la sombra desde sus inicios, no cesó de evolucionar, por práctica y convicción, a la vez que mantenía un sello visual inconfundible.

 Cándido Bidó.  Ojalá donde esté… él disfrute ese tributo: sabemos cuán sensible era a las críticas y a los reconocimientos. Nació en 1936 en Bonao, y huérfano de padre, a muy temprana edad, lustraba zapatos para mantener a su familia. Luego, siendo mensajero en el Colegio Serafín de Asis, demostró su vocación por el dibujo y pudo entrar a la Escuela Nacional de Bellas Artes, graduándose en el 1962. Inmediatamente, inició allí una carrera de profesor hasta el 1981. Renunció para dedicarse a su propia academia, aunque después enseñó en las Fuerzas Armadas. En 1985, empezó a planificar la Fundación Escuela y Museo de Arte en Bonao, magnífica inciativa, única en el país de parte de un artista: hoy, el establecimiento museal y educativo provee una enseñanza de las bellas artes.

Paralelamente, el “Maestro de Bonao”, tan buen dibujante como pintor, ha sobresalido en una brillante  carrera nacional e internacional, -ganando multiples premios. Trabajó enormemente  sacrificando su salud, y falleció de un infarto, el 7 de marzo 2011.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas