Homenaje
Terror en la ciudad: Luis Días ya no está!

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Luis Días ((Bonao, 21 de junio 1952, Santo Domingo, 8 de diciembre 2009) provocó un gran impacto en el merengue, cuando  empezó a hablar de mosquitos que puyan o de todo el trabajo que pasa un guardia. También, porque esa nueva prosa poética venía acompañada de nuevas formas de entonación y de registros interpretativos y  coros completamente distintos, y con la presencia de los cantos de hacha y de salves que había oído en su casa.

 La bachata fue revitalizada con una corriente que quedó como tecnoamargue y que ha servido para la revolución sonora que ha tenido este ritmo. En tanto que el rock dominicano, tiene en Luis Días a su cultor más depurado y con los sonidos más asociados a nuestra identidad. Luis trajo el sonido del campo a la ciudad y montó el lenguaje urbano en el caballo de la música nacional. Muchos pudieran ruborizarse, pero es una verdad como un templo, que Luis Días fue el referente directo de lo que habría de ser la propuesta musical de Juan Luis Guerra o lo que es Rita Indiana en estos momentos.

Fue siempre un hombre de ideas y convicciones que trasladó con responsabilidad al pentagrama o en las entrevistas que ofrecía.

Esa vocación social, creó a un artista que si bien sus canciones sirvieron para que otros artistas amasaran fortuna, en su caso el dinero solo servía para resolver la necesidad del momento. Era, Luis Días una persona muy sensible y un personaje muy especial, que decidió vivir -y hasta morir- a su manera.

Lo podemos retratar además de sus altos logros y reconocimientos por sus actitudes y comportamiento, siempre rebelde y ajeno al mercado o a la conveniencia social. Aún así, en algunas oportunidades, Luis se dejaba conducir de Luis Molina quien regenteó desinteresadamente su obra y trabajo desde Patin Bigote y que logró que se pusiera un saco la noche en que fue reconocido como valor cultural del país.  Y es que en su caso, nada impidió que él siguiera creciendo. Sus letras, a veces crudas, pero siempre sorprendentes, iban acompañadas de arreglos depurados y de un sonido que podía matar de envidia a cualquier artista del país o de fuera. Era un hombre que creía en el talento, defendía el suyo y apoyaba el ajeno. Sus ideas, que no murieron con él quedan intactas en Tiempo de Ocio, el último disco grabado y que tenía varios meses vendiendo de mano en mano y de lugar en lugar, sin avergonzarse ni amilanarse. El público que le fue más fiel siempre fue el joven, el rebelde, el que creció con conciencia de clase o de identidad, para quienes no hay dudas,  Luis Días es una especie de sumo sacerdote de la autenticidad.

Hay que recordarlo además por sus reacciones, recuerdo que hizo un concierto en el Bulevar 27  y cuando  subió a la tarima  preguntó:  ¿a quienes de los que están aquí le gusta José José?  A los que asintieron  a seguidas les pidió que se fueran, que ese concierto no era para ellos, ni para que estuviera una pareja agarradita de mano y dándose besitos. La última vez que hablamos fue en Casa de Teatro, mientras Xiomara cantaba,  Susana Silfa y yo decidimos hacernos una foto al enseñársela me dijo  “deberíamos enterrarnos así mismo.  Nosotros  nos echamos tierra y que los demás  nos echen romo,  de to la vaina…”

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