Honduras no volverá a ser la misma

Honduras no volverá a ser la misma

En el momento en que redacto este artículo el presidente Zelaya viaja hacia Costa Rica para reunirse con el presidente golpista Micheletti, con la mediación del presidente Oscar Arias. El presidente constitucional ha dicho que no va a negociar su presidencia sino a “escuchar, a través del mediador, el planteamiento de los que han establecido este régimen de facto para ver cómo están ellos planificando su salida”.

Mientras tanto, en Honduras se siguen profundizando las movilizaciones, que son cada vez más numerosas y agresivas, y sigue compactándose, en el otro polo, la unidad de la oligarquía golpista, que incluye las cúpulas de la iglesia católica y evangélica, la suprema corte, la junta electoral, las cúpulas de casi todos los partidos, la cúpula del ejército y los dueños de los medios de comunicación.

Si Zelaya no cede en su derecho a ser repuesto con todas sus prerrogativas, Honduras no volverá a ser la misma.

 Lo que está en el fondo de esta crisis son las medidas populares tomadas por Zelaya y el rechazo unánime de la compacta oligarquía a las mismas.

Asimismo, la iniciativa de Zelaya de proponer introducir una quinta urna en las próximas elecciones, para que el pueblo decida si quiere que en la Constitución se introdujera una clausura que legitimara la consulta a ese mismo pueblo sobre cualquier tema de relevancia.

Algunas de estas medidas populares fueron: una efectiva campaña de alfabetización, mejoras en los servicios de salud y sanidad, acceso del pueblo a medicinas baratas con el apoyo de Venezuela y Cuba, becas para estudiantes pobres, aumento de un 60% del salario mínimo, rotura del monopolio de las multinacionales en la importación de los combustibles, reducción de los tipos de interés para los pequeños campesinos y muchas otras medidas del mismo corte.

Asimismo, el presidente Zelaya firmó la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), la alianza regional promovida por Venezuela.

Estas medidas le saben a aceite ricino a la oligarquía hondureña.

 Si Zelaya no cede, la crisis se profundizará con un incremento de las movilizaciones y del aislamiento diplomático y económico de la oligarquía golpista, atrapada en su propia trampa.

Es la presión norteamericana y de los presidentes conservadores, como lo es el propio Arias, que no quieren que los pueblos aprendan a ejercer sus derechos soberanos y que no quieren tampoco que se sigan abriendo las vías para que los pueblos de América puedan expresarse libremente a través de consultas y otros medios, los que pueden desarmar la crisis, si quiebran la firmeza del presidente Zelaya y lo obligan a ceder.

Por ahora, todo depende de presidente Zelaya.

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