Honduras, una guerra civil pendiente

Honduras, una guerra civil pendiente

Las revoluciones o guerras civiles, siempre traen como resultados muerte y destrucción, pero a muy largo plazo, generalmente se revierten en beneficios para toda la sociedad, Por ejemplo, después de la Revolución de Abril de 1965, aquí nadie se atreve a pensar en golpes de estado, aunque ese peligro no haya desaparecido totalmente.  

Además, esa revolución contribuyó a un cambio de mentalidad de los sectores más recalcitrantes del país y encendió la mecha del crecimiento y la estabilidad política, golpeada inicialmente por un régimen represivo de 12 años, que se reeligió 2 veces fraudulentamente. La democracia realmente se consolidó a partir del Gobierno de Antonio Guzmán en 1978.

El Salvador tuvo su guerra civil en la década de los 80, que se extendió por 10 años. Después de intensas negociaciones se logró restablecer el orden democrático con una secuela de problemas sociales y delincuenciales que aun martirizan a la población. Pero su economía se fortaleció, la mentalidad de la oligarquía cambió y la estructura militar fue totalmente renovada.

Hoy, después de 18 años, un candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), llega al poder con el voto popular y sin grandes amenazas golpistas.

En Nicaragua, sucedió algo parecido cuando los sandinistas forzaron la caída del régimen de Somoza en 1980 después de una intensa guerra civil. Gobernaron por 10 años bajo una fuerte dictadura de izquierda que lo confiscó todo y  destruyó la base económica de ese país. Además, se endeudaron con Rusia a niveles exorbitantes para financiar su guerra contra los Contra. 

Doña Violeta Barrios de Chamorro derrotó a Daniel Ortegas en el 1990, en unas accidentadas elecciones, desplazando al sandinismo del poder y restableciendo la democracia.  A partir de ese periodo, el país se encauzó por un nuevo sendero, desmantelando parte de la estructura militar (incluyendo la contrainsurgencia) e impulsando el crecimiento económico con una fuerte asistencia financiera externa.

17 años después, las divisiones y fracasos del Partido Liberal, que sucedieron al Gobierno de Chamorro, llevaron a Daniel Ortega nuevamente al poder mediante unas elecciones democráticas. Pero ahora no es el mismo de antes, ni habla de confiscarlo todo o arrasar con la empresa privada, parte de la cual está cómoda con el nuevo Gobierno. Una elección inexplicable, pero así funciona la democracia. 

¿Qué pasó en Honduras durante todo ese tiempo? Absolutamente nada, excepto beneficiarse durante años de las guerras en Nicaragua y El salvador, ofreciendo su territorio para que la contrainsurgencia operara libremente.  Recibió a cambio millones de dólares de Estados Unidos que terminaron en manos de los militares y de una oligarquía extremadamente corrupta y feudal. No es de extrañar que este sea el país más pobre del continente después de Haití, pero con grandes y extensas riquezas naturales. 

¿Qué necesita Honduras? Su propia guerra civil para desmantelar el militarismo y sacar del poder a esa clase dominante, podrida y recalcitrante. 

Nota. El autor vivió 11 años (1989-2000) en El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

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