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TEGUCIGALPA (AFP) – Unos 3,9 millones de hondureños podrán elegir este domingo a su nuevo presidente de entre cinco candidatos, aunque sólo tienen reales opciones Manuel Zelaya y Porfirio Lobo, de los tradicionales partidos de derecha Liberal (PL) y Nacional (PN), según las encuestas.
Un total de 13.032 mesas desplegadas en todo el país serán abiertas a las 06H00 locales (12H00 GMT) y cerrarán a las 17H00 locales.
El proceso de votación y conteo de votos estará bajo la supervisión de 107 observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) y 5.000 del Movimiento Cívico para la Democracia de Honduras.
Diecisiete mil policías y soldados del ejército están encargados de velar por el orden en las elecciones y de custodiar los materiales electorales, una vez que el proceso haya concluido.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) informó este sábado que los preparativos para las votaciones transcurrieron con total tranquilidad y que las Fuerzas Armadas y la Policía ejercen completo control en todo el país.
«El país está tranquilo, el clima ha mejorado, en el informe de inteligencia que se nos ha proporcionado las condiciones son óptimas», afirmó el presidente del TSE, Arístides Mejía, en una comparecencia ante la prensa.
Mejía agregó que el «clima ha mejorado sustancialmente en todo el país y eso va a contribuir para que aún en las comunidades donde ha habido desastres a causas de las lluvias, la mayoría de los ciudadanos pueda concurrir» a las urnas.
En las elecciones de Honduras también se escogerá a un vicepresidente, 128 diputados titulares e igual número de suplentes del Congreso, y alcaldías de 298 municipios.
Tres partidos minoritarios que emergieron hace dos décadas: Innovación y Unidad (PINU, socialdemócrata), Unificación Democrática (UD, izquierda) y Democracia Cristiana (centro), parecen condenados a recoger una insignificante cantidad de votos.
Los partidos Nacional y Liberal se disputan el favor de las mayorías hondureñas desde finales del siglo XIX.
El nacionalista Lobo, de 57 años, y el liberal Zelaya, de 53, mostraron muchas coincidencias en sus programas de gobierno que pretenden darle continuidad al modelo neoliberal, vigente en una de las naciones más pobres de América Latina y el Caribe desde hace 15 años.
Ni Lobo, ni Zelaya hicieron planteamientos de fondo sobre cómo combatir los flagelos de la pobreza, que abate al 70% de los siete millones de hondureños, el desempleo (30%), cómo mejorar los deteriorados sistemas de salud y educación, y cómo combatir la corrupción que corroe al país.
Sus campañas estuvieron centradas en el fenómeno de las pandillas juveniles, conocidas como «maras», que con unos 100.000 miembros, siembran violencia en barriadas marginales por el control de territorios.
Ello provocó la crítica en círculos intelectuales, como el Foro Social de Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH), que advirtió que aunque las maras son un problema, «son consecuencia acumulada y no causa de la crisis nacional».
Asimismo, el Comité de Familiares de Desaparecidos de Honduras (COFADEH) expresó su temor de que la represión y la impunidad crezcan en el próximo gobierno con el pretexto del combate a las pandillas.
La propaganda por los medios de comunicación y las manifestaciones partidistas quedaron prohibidas a partir del pasado lunes, para dar paso al denominado «silencio electoral» para que la ciudadanía medite su voto.
El sábado entraba en vigencia la ley seca que prohíbe la venta de licores y el consumo en lugares públicos, la cual será levantada el lunes por la tarde.
El TSE indicó que espera dar a conocer los primeros resultados de los comicios presidenciales hacia las 21H00 locales del domingo.
Estos serán los séptimos comicios desde que Honduras retornó a la democracia electoral en 1981, tras dos décadas de gobiernos militares.
