Honorable presidente Mejía

Honorable presidente Mejía

Por Manuel A. García Saleta
Qué pena, señor Presidente, que usted no tuviera la amabilidad o la benevolencia de leer dos artículos que publiqué en el Periódico HOY, el primero en marzo del 2003 y el segundo en enero del 2004, donde le solicitaba y le rogaba que hiciera un ejercicio de desprendimiento y declinara la reelección que había decidido realizar, conscientes nosotros, que ese paso que estaba dando usted, era un error político de su parte, porque a mi humilde entender era improcedente e inoportuno, ya que todo el mundo conocía, la desesperación y los sinsabores que estaba atravesando su pueblo, al cual usted siempre le respondía con un chiste o con un boche.

Solamente usted y sus adláteres, eran los únicos que desconocían la realidad que vivía el pueblo dominicano; la situación creada por su gobierno en el aspecto económico y administrativo, hundiendo en el abismo más profundo las esperanzas de una vida mejor y sostenida a la población dominicana, fue un desastre.

Usted no quiso aceptar los consejos que le ofrecían sus verdaderos amigos; decidió creer en los adulones y vividores del erario que decían que ganaban como quiera, porque un pueblo muerto de hambre cedería a sus ofertas monetarias.

Se equivocaron todos; el pueblo fue a las urnas, especialmente las mujeres, y votó en contra de usted y de su gobierno PPH. Decir que el PPH sacó un millón doscientos mil votos, es un disparate; su partido, el PPH, si tiene 300,000 de esa cantidad, es mucho; el resto fue inducido por el dinero y la coacción de un gobierno que usted lo manejó, en los últimos meses, como un dictador, diciendo que el poder es para ejercerlo; sí, es verdad, pero para utilizarlo para el bien común, no para humillar ni imponer condiciones en contra del pueblo que lo eligió.

Esa posición suya de último momento, impactó en forma contundente en el pueblo dominicano, que oyó de sus propios labios decir que daba su palabra de honor y que el 16 de agosto del 2004, se iría tranquilo y en paz consigo mismo, a descansar en su hogar junto a su familia en su residencia de Gurabo. Desgraciadamente, ahora usted regresa a su hogar derrotado y amargado por las mismas personas que en el 2000 le dieron su apoyo incondicional.

¿Cuál fue el resultado de la decisión de reelegirse, después de hacer esas declaraciones anteriormente señaladas? Que el pueblo hastiado, humillado, desoído y olvidado por usted y sus funcionarios, apeló a la única arma que podía utilizar para castigar sus malas acciones y el desprecio a sus ruegos, pidiéndole compasión por la situación desesperante que estaban viviendo. Nadie del gobierno respondió a esas lamentaciones de desesperación que hacía el pueblo humilde, al cual ofrecieron tanta cosas en la campaña electoral del 2000 y que luego electo se olvidaron de todo el resultado fue la incredibilidad en las  ofertas presidenciales a partir de ahí.

Pero llegó la hora del castigo y el 16 de mayo, bien tempranito, se fueron a las urnas a votar y lo hicieron conscientes, que era la única oportunidad de castigar y sacar, definitivamente, al gobierno del PPH del poder. Así lo hicieron, y los resaltados hablaron.

Pero bien, quiero volver apelar al presidente Hipólito Mejía de nuevo, porque están sucediendo cosas en este período de transición, que son propias de personas malas y tremendistas, capaces de hacer daños terribles al país y al mismo tiempo a Hipólito Mejía.

No puedo entender ni comprender ciertas actitudes de los actuales gobernantes que dan la impresión de estar actuando en forma vengativa, maliciosa y dañina, no solamente contra el partido ganador sino también frente al pueblo dominicano.

Quiero pedirles y rogarles a los señores senadores y diputados que piensen en su país, que las medidas que vayan a tomar, lo hagan teniendo en cuenta a su pueblo y a la República Dominicana; comiencen ya a servirle de forma sana, sincera y solidaria a la nación; que rechacen las imposiciones de los líderes pervertidos por la ambición y las riquezas que han obtenido basado en el poder político, que inocentemente le otorgó el pueblo, creyendo en sus promesas y ofertas electores, especialmente de aquellos que viven solamente pensando en sus intereses y el de su partido.

Comencemos dándole ejemplo de civismo a la nueva generación que asumirá en un futuro próximo, la responsabilidad de gobernar este país, país que ha sido tan mancillado, socavado y abusado por los políticos amorales que han dirigido y gobernado esta nación en los últimos tiempos; ya basta de tanta corrupción, egoísmo, odio y aberraciones. Demos ejemplos de cordura y unidad para sacar a este pueblo de la situación en que lo tenemos, porque de seguir así dejaremos de ser un país libre e independiente muy pronto. Duarte, Sánchez y Mella deben ser sus guías y el ejemplo a imitar.

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