Hora de temerle al miedo

 Hora de temerle al miedo

Herrera, un sector prisionero de los delincuentes y los policías corruptos, ha dado un paso al frente. ¿Quién imita su valentía? A través de sus organizaciones representativas y bajo la coordinación del sacerdote Héctor Sánchez, los habitantes de los barrios de ese sector pusieron al procurador general Francisco Domínguez Brito y la fiscal Olga Diná en conocimiento de la forma en que opera la alianza entre los delincuentes y policías corruptos. Decidieron romper el silencio que han guardado durante mucho tiempo por  temor a represalias de delincuentes y policías contra ellos y sus hijos. Hablaron de la fuerte influencia que ejerce el microtráfico de drogas sobre algunas  autoridades locales, a las que frecuentemente trazan pautas.

Como Herrera, hay muchos sectores del país sometidos al yugo del miedo a las represalias. El silencio ante el microtráfico de drogas, el crimen organizado y otras perturbaciones, y la complicidad de policías corruptos, es una especie de salvoconducto para la familia y los hijos. La cuestión es que no se puede vivir todo el tiempo bajo el yugo del silencio. Las organizaciones sociales y parroquias  de sectores bajo esa condición deberían copiar el ejemplo de Herrera. Deben coordinar encuentros con el Ministerio Público y otras autoridades para ponerlas al tanto de las presiones a que están sometidos. Deben reclamar mayor seguridad pública. Herrera ya expresó su temor al miedo. ¿Quién sigue sus pasos?

Salvar al joven es salvar el futuro

La falta de oportunidades y de patrones idóneos a seguir está empujando a la juventud hacia el vicio y la violencia, la delincuencia y el irrespeto de valores. Doña Ligia Amada Melo, la ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, advierte que la no atención a la juventud podría diluir nuestra sociedad. La cada vez mayor participación de jóvenes en prácticas antisociales parecen justificar sus temores.

Una percepción errada es que el problema debe enfrentarlo el Gobierno, a pesar de que todos somos responsables de lo bueno o lo malo que ocurra con nuestros jóvenes. Los sectores público y privado están obligados a integrarse en planes comunes de protección social de la juventud mediante la creación de oportunidades de estudio y trabajo. Trabajar por salvar a los jóvenes de hoy es salvar el porvenir del país y prevenir la  disolución de nuestra sociedad.

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