Fue comandante y héroe de batallas y expediciones contra la tiranía de Trujillo y luchó por la libertad de otros suelos oprimidos del Continente.

En 1948 participó en la revolución que llevó a José Figueres al poder, en Costa Rica. Un año después desembarcó en la bahía de Luperón a combatir la dictadura que llevaba 17 años instaurada en su Patria. Fue el primer esfuerzo armado para derrocar al ignominioso régimen.

Tras ser prisionero fue encausado y amnistiado gracias a presiones de organismos internacionales.

Y aunque fracasó un movimiento anterior, la expedición de Cayo Confites de 1947, el inquieto revolucionario marchó a Cuba desde su exilio antitrujillista en Nueva York para unirse al grupo que se entrenaba para la citada incursión de Luperón.

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Horacio Julio Ornes Coiscou siguió luchando en su destierro. Regresó al país luego del ajusticiamiento de Trujillo y participó en la estabilización del efervescente pueblo que vio asomar la democracia después de 31 años, incorporándose a las instituciones políticas del momento.

Cuando Ornes Coiscou falleció, el expresidente Juan Bosch contó la historia de este guerrero por la libertad y dijo que la revolución de Cayo Confites, aunque abortada por la traición, “fue un éxito que llevó a Figures a la posición de presidente del país y en ella jugaron papeles destacados algunos dominicanos a la cabeza de Horacio Julio Ornes Coiscou”.

A seguidas detalló arriesgadas maniobras que Ornes puso en práctica para tomar por sorpresa a bordo de un avión de pasajeros “el puerto más importante de la costa costarricense del Caribe, Puerto Limón”.

Luego de la “fallida aventura” de Luperón, Ornes, nuevamente en el exilio, siguió sus actividades antitrujillistas en Panamá, México y Puerto Rico. En este último país también ejerció el periodismo y sirvió en el departamento de Educación. Allí fundó el partido Vanguardia Revolucionaria Dominicana.

Además de patriota, soldado, combatiente, luchador antitrujillista, diplomático, Ornes fue periodista, historiador, diplomático, funcionario… Dejó publicado “Desembarco en Luperón”.

Por sus indiscutibles méritos en favor de la libertad, en febrero de 1994 se anunció en la prensa nacional la solicitud del síndico Rafael Suberví Bonilla a la sala capitular para que se designara una calle de Santo Domingo con el nombre de Horacio Julio Ornes Coiscou.

Mediante oficio número 554 el alcalde presentó la propuesta al presidente de esa entidad, Andrés Henríquez, significando que era preciso honrar la memoria del insigne revolucionario.

La resolución

El 30 de noviembre de 1994, el Ayuntamiento del Distrito Nacional emitió la resolución número 116/94 designando una calle de la ciudad de Santo Domingo con el nombre del doctor Horacio Julio Ornes Coiscou, firmada por su presidente Henríquez y por Waldys Rafael Taveras, secretario.

Pero Ornes no ha sido digno de ese reconocimiento.

Pudo alegarse, entonces, que no habían pasado 10 años de su fallecimiento, como establece la ley para rendir ese tributo, regla que no siempre se cumple. Se ha distinguido, inclusive, a personas vivas.

Del deceso de Horacio Julio Ornes han transcurrido 31 años. Tiempo suficiente para honrar esa deuda.

Vida familiar

Julio nació el 15 de septiembre de 1922 en Puerto Plata, hijo de Pedro Ornes Schoewer y Pura Marina Coiscou Pimentel. En sus primeros años de juventud trabajó como redactor en La Nación y cursó estudios en la Escuela de Derecho Diplomático y Consular de la Secretaría de Relaciones Exteriores del país.

Prestó servicios en la legación dominicana en San José de Costa Rica.

Fue Jefe de la Misión Diplomática Dominicana en las Naciones Unidas. Al concluir esas funciones se dedicó “a promover empresas agrícolas, así como a desarrollar proyectos residenciales y de turismo en Sosúa”.

De sus matrimonios con damas de diferentes nacionalidades son sus hijos Horacio Julio Ornes Heded, José Mayobanex Ornes Castro, Iliana María Ornes Rodríguez. Con su compañera María Mercedes Rodríguez, Pucha, hija del exiliado antitrujillista Juancito Rodríguez, estuvo casado sus últimos 35 años de existencia.

Un cáncer terminó con su vida el 11 de mayo de 1991, “retirado de la política y dedicado a la ganadería”, informó Iliana María.

Con motivo de su muerte El Caribe publicó: “… Fue uno de esos seres humanos que sin caer en el fanatismo ideológico tuvo una sola meta en su vida: luchar por el robustecimiento de las instituciones democráticas, tanto en este país como en otras naciones hermanas”.