Horacio, o que entre el mar

Horacio, o que entre el mar

En estos días de Pascua Florida por doquier abundan las felicitaciones y las palabras de buena venturanzas, de fe y alegría que fortalecen el espíritu de concordia, de fraternidad, de amor y comprensión que debe reinar en el corazón de los seres humanos, sin distingos de creencias políticas o religiosas, de razas y culturas, de estatus social o económico.

Deberíamos en nuestro escrito de hoy, precisamente víspera del nacimiento del niño Jesús, por respeto a su doctrina cristiana y a las hermosas tradiciones, saludar con alegría renovada el encomiable esfuerzo de los presidentes de Cuba y de Estados Unidos al dar nuevos pasos de acercamiento que enlacen un mayor entendimiento de colaboración entre ambos países hasta eliminar el brutal bloqueo económico que humilla más a quien lo impone que al que lo sufre. Sentirnos tentados de alentar a la Policía Nacional por su solo intento de adoptar medidas que garanticen mayor seguridad ciudadana en esta época del año, asumiendo que el sano propósito será permanente, no limitado a una temporada. O la afortunada sugerencia de un sesudo religioso que aboga por un saludable encuentro entre la fe, la ciencia y la salud, que desempantane el embrollo creado por la penalización del aborto y el fanatismo.

Pero no, los políticos del patio no dan tregua. Auto adueñados de sus respectivas parcelas como algo personal, con una tozudez e impertinencia que asombra, si cupiera aun capacidad de asombro en los dominicanos, nos obliga, en lugar de desearles a todos felices pascuas y un prospero año nuevo, a comentar las desaforadas apetencias de poder y sus graves desatinos. Evidente no solo ocurre en el PLD, donde la lucha desbordada entre sus líderes resquebraja la otrora unidad blindada por la corrupción.

Ahora le tocó el turno al ex presidente Hipólito Mejía, en una nueva versión del viejo PRD. Emulando a su antiguo compañero, Miguel Vargas Maldonado, a pesar de su gobierno mediocre, sus dos fracasos electorales, su desafortunada decisión de modificar la Constitución procurando una improbable reelección que abriría las puertas a su adversario Leonel Fernández y su alta tacha de rechazo, se anticipa y anuncia su candidatura presidencial para el 2016, señalando que será en el mes de enero cuando expondrá los motivos de su decisión.

Sin pudor alguno, hace coca. Quien da primero da dos veces y se alza con su parcela, haciendo trizas el sueño de la unidad monolítica. Descalabra la declaración del joven pre candidato de su partido Luis Abinader quien apenas días atrás, quizás avispado del suceso anuncia y ratifica la existencia de “una unidad monolítica capaz de aglutinar otras fuerzas políticas incluyendo dirigentes del PRD”, para medirse con el PLD en las elecciones del 2016, quizás creyendo que con declaración podía echar atrás una decisión tomada que nunca dejó de existir en la medula emotiva cerebral de Don Hipólito, porque el liderazgo, poco o mucho, se conquista, no se negocia ni se presta. No hay alternativa: “Horacio, o que entre el mar.”

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