Horacio Ortiz Álvarez, protector de los pobres

Horacio Ortiz Álvarez, protector de los pobres

Aunque fue un entusiasta seguidor de Trujillo, a quien escribió libros laudatorios, y simpatizante de Pedro Santana, también exaltado en su bibliografía, Horacio Ortiz Álvarez tiene méritos como educador, pionero en la enseñanza de la contabilidad en el país, propulsor de reconocimientos a figuras meritorias olvidadas y autor de iniciativas para el desarrollo urbano de Santo Domingo en los años en que fue vicepresidente del Ayuntamiento del Distrito Nacional.

También ha sido considerado como bienhechor, protector de los pobres.

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Fue un escritor prolífico

Además de sus obras políticas publicadas durante la dictadura, por algunas de las cuales lo juzgan algunos críticos literarios, reproduciendo su discurso enaltecedor de la figura del generalísimo, dio a la luz poesía, historia, moral y cívica, literatura, geografía, biografías…

La obra es más conocida que el autor y es lo que ha perdurado para poder conocerlo, al menos como intelectual, al margen de las facetas citadas.

No figura su biografía en diccionarios y enciclopedias y las fotos obtenidas son las que ilustran volúmenes de su autoría.

Se desconocen las fechas de su nacimiento y muerte, los nombres de sus padres y si tuvo esposa e hijos.

Es posible que cursara estudios universitarios pues en un libro y en la resolución que designa una calle con su nombre se le da el tratamiento de “doctor”.

Quien mayores referencias ofreció sobre él fue Diógenes Céspedes en un trabajo publicado en Areíto en 2009, “Los viejos ricos, su cultura pre moderna”, en el que rebate que este fuera rico, como se le catalogó en un libro.

Dice que la lista es injusta pues califica de tal a personas que tenían entre 25 y 40 mil pesos en efectivo, en banco o en su casa a la caída del trujillato. Como Ortiz Álvarez, por ejemplo.

Céspedes lo define “fervoroso trujillista”, dueño del instituto comercial donde estudió en 1957, ubicado primero en la avenida San Martín y luego en la Máximo Gómez.

A él se le atribuyen dos institutos especializados en la enseñanza contable para 1930, los cuales otorgaban el título de tenedor de libros: el “Instituto García y García” y el Instituto Horacio Ortiz Álvarez”.

Diógenes Céspedes cuenta que él acudía a inspeccionar uno de estos todas las tardes, llegaba en un Chevrolet negro, casi siempre vestido de negro y el vehículo no era del año. Vivía en el ensanche “Benefactor” (Ozama) y uno de sus centros educativos de los que Céspedes tiene memoria funcionaba en ese sector.

“Este es un retrato de un trujillista medio, ni de la base ni de la cúpula”, opinó el historiador, lingüista, periodista.

Pobre información

En una página genealógica se publicó que la madre de Horacio se llamaba Francisca Álvarez. En el “Fondo Partido Dominicano”, del Archivo General de la Nación, apareció una foto suya, pero entre connotados trujillistas mientras escuchaban una conferencia.

Entre las obras publicadas de Ortiz Álvarez, figuran: Nuestro abecedario de Año Nuevo, El general Pedro Santana y el valor histórico del Libertador, Corazón, versos libres; Rumbos y preceptos, Entre Bolívar y Napoleón no hay paralelo, Bayaguana en mi Romanza.

Además, Profético, San Cristóbal de ayer y hoy, Glorias de Baní, La obra del Generalísimo Trujillo Molina en el Ejército Nacional: observaciones militares; Visiones de Patria y corazón…

Dejó inéditas: Perfil militar y diplomático de una raza, Once horas contigo, Valor positivo del General Ramón Matías Mella y “Revistas de las disertaciones”.

La calle

Según el Ayuntamiento del Distrito Nacional, Horacio Ortiz Álvarez “se distinguió por sus dotes de moralidad, honestidad, capacidad y dedicación al trabajo” y por haber ayudado a “humildes moradores de barrios marginados de la capital”, por lo que el 1 de marzo de 1972 designó con su nombre la antigua calle “Carrera E” del ensanche San Lorenzo de Los Minas.