Horóspoco político computarizado

Horóspoco político computarizado

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Foreign Policy es editada en la capital de los Estados Unidos de América; su dirección postal es 1779 Massachusetts Avenue, N. W., Washington, DC 20036. En el papel con membrete de esta publicación se explica que Foreign Policy es «una marca de fábrica registrada, propiedad de Carnegie Endowment for International Peace». Todos los derechos del editor son reservados para El Fondo para la paz y Carnegie Endowment.

Ellos han difundido una lista de setenta y seis países, entre los cuales hay veinte calificados «con estados fallidos»; otros veinte merecen un rotulo de peligrosa proximidad con los primeros (danger); los restantes treinta y seis están situados en el border line, esto es, en la raya fronteriza que los separa de aquellos «en peligro» de ser declarados como «estados fallidos». La información puede leerse con todo detalle en el sitio de Internet www.foreignpolicy.com

Para hacer el trabajo de calificación se toman en cuenta tres clases de «indicadores»: sociales, económicos y políticos. Los indicadores sociales comprenden: la existencia de presiones demográficas, de movimientos masivos de refugiados o desplazamiento interno de personas, de violaciones a los derechos humanos, la acción de grupos con delirios persecutorios o la mayor o menor frecuencia con que se practique el «ajuste de cuentas» criminal. Los indicadores económicos apuntan hacia el desarrollo de la producción, la buena o mala distribución de la riqueza entre los diversos sectores de la sociedad, o la brusca declinación del producto interno bruto. Los indicadores políticos utilizados en la mediación de Foreign Policy abarcan: progresivo deterioro de los servicios públicos, incremento de las luchas facciosas entre élites de poder, criminalidad auspiciada desde el Estado, suspensión arbitraria de las reglas legales y violaciones consuetudinarias de los derechos humanos, la intervención de actores extranjeros o de otros estados, la forma –viciosa o idónea– de operar los servicios de seguridad del Estado.

Esta colección de indicadores –doce en total; cuatro sociales, dos económicos y seis políticos– se organiza en una «tabla de ingredientes y valencias». Cada elemento de ese cóctel es cuantificado o medido con asistencia de sociólogos, economistas, palitólogos, estadígrafos, matemáticos. Los porcentajes de «criminalidad auspiciada por el Estado» o de «faccionalización de las élites», por ejemplo, son determinados mediante una extraña «galenica humanística», no se sabe con cuál escala científica ni con que instrumentos de mediación precisa. El Fondo para la Paz profesa una metodología basada en el álgebra de la lógica llamada cálculo de clases. (Consúltese el artículo clase en el Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora). Esta metodología se despliega en cinco pasos. El primer paso es colectar los datos relevantes, desarrollar una cronología completa de los sucesos, escoger los asuntos clave y los puntos de apoyo. El segundo paso es compulsar y tasar los doce indicadores ya señalados, graduándolos en una regla pautada de 0 a 10, para elaborar la tabla cuadriculada en la cual debe aparecer cada país acompañado de los doce datos «mensurados».

El tercer paso consiste en sopesar cinco asuntos institucionales de gran importancia: si hay o no hay una fuerza policial doméstica competente; si existe o no una eficiente burocracia profesional; si tal o cual país cuenta con un sistema judicial independiente que respete las normas legales; si dispone de militares profesionales y disciplinados que respondan a un gobierno civil legítimo; y, por último, verificar si hay un fuerte liderazgo -–legislativo y ejecutivo– capaz de sostener la gobernanza o «gobernabilidad» en la nación objeto de estudio. Una vez completados los requisitos propios del tercer paso, se procede a cumplir con la penúltima fase cuarta: evaluar sorpresas tales como un colapso monetario, un asesinato o un golpe de Estado; describir las idiosincrasias de pueblos fronterizos en lo que concierne a la autoridad; medir las fuerzas de grupos disgustados, o instituciones y personas marginadas del poder.

Al concluir todos estos preparativos de alquimia sociológica, El Fondo para la Paz se dedica a levantar el mapa de los países en conflicto y a preparar el big picture o cuadro general de la situación del mundo. Es entonces cuando se trazan unos recuadros o diagramas escolásticos, parecidos a lo que llamaban paralelogramos de fuerzas en la física clásica.

Esto permite «establecer» vectores, tendencias, puntos de «conflictividad», oscilaciones y movimientos entre la constitucionalidad y el caos. Se trata de una aplicación delirante de la lógica simbólica… para construir funciones matemáticas que designen conceptos como «densidad étnica», «predisposición al conflicto interior», «fragmentación social», «secesión radical». Después de elaborar estos horóscopos políticos computarizados, las autoridades de los Estados Unidos dispondrán de unos diagnósticos que no serán por imágenes –como en las nuevas técnicas de exploración médica– sino por sombras chinescas. Es una pena que con los métodos algebraicos se obtengan tan pobres resultados en el campo de las humanidades. Gracias a Dios los Estados Unidos también tienen espías. El espionaje tradicional, recomendado por los estrategias chinos desde antes del nacimiento de Cristo, podría dar al Departamento de Estado mejor orientación que un H.P.C. (Horóspoco político computarizado.

henriquezcaolo@hotmail.com

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