Horror y angustia se apoderan
sobrevivientes  ciclón Birmania

Horror y angustia se apoderan<BR>sobrevivientes  ciclón Birmania

RANGÚN. AFP. Miles de sobrevivientes sin techo y sin nada que comer o beber, cuerpos esparcidos por los campos: los testigos pintan escenas de horror en Birmania tras el paso del ciclon Nargis el sábado que dejó más de 22,000 muertos y 41.000 desaparecidos en Birmania.

Poco extranjeros están autorizados a trabajar en el país y muy pocos han podido alcanzar la región del delta del Irrawaddy, en el sur, la más afectada por el desastre en este país de 51 millones de habitantes.

La organización cristiana World Vision, una de las pocas instituciones internacionales autorizadas a trabajar bajo el régimen militar, indicó que sus equipos pudieron sobrevolar las regiones más golpeadas y presenciaron escenas de desesperación.

«Desde sus helicópteros vieron cuerpos esparcidos en una escena espeluznante incluso desde esa altura», afirmó Kyi Minn, de la oficina de World Vision de Rangún, principal ciudad y ex capital de Birmania.  «Los testigos nos dijeron que hay miles de personas que carecen de agua y alimentos y en algunos lugares de cualquier refugio. Ahora que el tiempo está volviendo a ser caluroso, la gente está bastante desesperada», dijo.  «No tienen ni comida, ni agua y tienen que quedarse a la intemperie sin techo.

Es desesperante», insistió.  World Vision está distribuyendo sus limitados recursos en el país, incluyendo agua potable, ropa, arroz, pero Kyi Minn llamó a la comunidad internacional a entregar ayuda. «Necesitamos asistencia  de urgencia», dijo. «Sin agua potable pueden desencadenarse enfermedades contagiosas», apuntó.  La organización francesa Médicos sin Fronteras dijoque sus equipos están intentando evaluar los daños en regiones alejadas de Rangún.

Cero preparación

Una familia australiana que estaba en Rangún de vacaciones el fin de semana afirmó que no hubo alerta ni preparación alguna ante la inminencia del ciclón. «No nos informaron de que estaba llegando el ciclón, sólo nos avisaron de una fuerte tempestad», indicó Pip Paton, de 32 años. «Hacia medianoche empezó todo. Grandes láminas de metal fueron arrancadas del hotel donde nos hospedábamos, muchos cristales estallaron».  «Nuestras dos habitaciones fueron inundadas porque las ventanas no consiguieron resistir a la fuerza del viento», agregó.

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