Hostilidad urbana

Hostilidad urbana

Santo Domingo se ha convertido en una ciudad hostil, no solo para los turistas y visitantes furtivos, sino fundamentalmente para sus propios habitantes. No parece haber remedio para la arrabalización, la improvisación de tarantines y talleres en las aceras, la maraña de alambres del tendido eléctrico, los altos niveles de contaminación sólida, visual y sonora, el uso de las áreas comunes para negocios y el caos en el tránsito, entre muchos otros males. La Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales, las autoridades sanitarias, el Gobierno Municipal y quienes tienen que velar por el ordenamiento urbano se hacen de la vista gorda.

A ninguna autoridad parece importarle los niveles de radiaciones no ionizantes que generan las antenas de redes de comunicaciones inalámbricas ni los efectos dañinos de la radiación electromagnética de los cables de alta tensión. Es increíble la frecuencia con que los conductores violan la luz roja de los semáforos, los límites de velocidad en calles y avenidas y otras normativas del tránsito, sin que las autoridades correspondientes intervengan. Santo Domingo, ciertamente, se ha convertido en un ambiente hostil hasta en lugares como la Zona Colonial, que eran santuarios de paz y orden. No se sabe en qué están ocupados quienes tienen que velar por el orden en todos los sentidos. El ciudadano común y el turista están acorralados.

¿Autoridad en desbandada?
El secretario de Interior y Policía, doctor Franklin Almeyda Rancier, considera que el auge de la delincuencia en Santiago obedece a falta de prevención por parte de la Policía local. La ocurrencia de dieciséis asaltos en apenas una semana justifican las quejas de este funcionario y la consternación de los laboriosos habitantes de esa ciudad. Los niveles de delincuencia superan allí la media general que, por cierto, es bastante alta.

Uno tiene que preguntarse cómo pueden estar en desbandada las autoridades policiales de Santiago, si deben ceñirse a las normativas del plan general de seguridad ciudadana trazado desde la jefatura. Sea cual fuere la causa, es necesario establecerlas y hacer lo pertinente para que la delincuencia sea perseguida como corresponde y, sobre todo, para que funcionan los programas de prevención. En el plan general de seguridad ciudadana no debería haber ovejas descarriadas.

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