Hostilidades desde dentro

Hostilidades desde dentro

A la democracia dominicana le hace bien la función crítica hacia el Gobierno que lleve intención constructiva, proveniente por igual de la oposición, la sociedad civil, grupos de intereses legítimos y hasta del litoral político que le es afín. Pero desde su base política no deberían proceder sistemáticas y controversiales hostilidades dirigidas a funcionarios de Estado a los que se debe valorar sin resentimientos.

Tal arremetida desconcierta y preocupa a líderes de opinión que sin incurrir en complacencia ejercen el derecho a expresar desde su independencia inconformidades y recomendaciones cada vez que lo estiman procedente para estimular rectificaciones y oportunos reenfoques a estrategias de poder sin apelar a discursos de hirientes imputaciones.

Desde algunas tribunas trasciende una retórica con trazas del sectarismo que en el pasado minó la autoridad y eficiencia de administraciones gubernamentales del mismo origen partidario de quienes hoy gobiernan. Voces que asumen posiciones de reiterada objeción a miembros clave de esta gestión que ejercen funciones sin generar conflictos ni insatisfacciones a la sociedad. Pronunciamientos de desprecio a legítimas discrecionalidades de un Poder Ejecutivo abierto y sensible que rememoran rivalidades intestinas que desmeritaban y trajeron desasosiego en tiempos idos que no interpretan el actual sentir de importantes sectores nacionales.

Haití herido a traición

Un país sumido en pobreza, disputas internas y fragilidades institucionales, merecedor de un proceso que depare progreso y justicia, y pionero en la triunfal lucha contra la esclavitud en América como es Haití, está hoy estremecido por el asesinato de su presidente Jovenel Moïse, atacado a traición en su propio hogar, junto a su familia, por una trulla armada de origen desconocido e insólita capacidad para traspasar cercos de seguridad sobre un mandatario, nada más y nada menos.

Su trágico e inmerecido final es motivo de pesar. Además, el derramamiento de la sangre de Moïse emerge sombríamente como un nuevo revés, de impredecibles repercusiones, para la volátil y entorpecida agenda de convertir el suelo occidental de esta isla Hispaniola en hábitat de convivencia democrática y desarrollo para sus habitantes.

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