Hostos, Freire y la ecuación educativa

Hostos, Freire y la ecuación educativa

Curioso es que los grandes pedagogos de la laicidad y el activismo -se destacan Hostos y Paolo Freire- fueron hombres de formación y práctica cristiana, aunque no de discurso. Curioso es, también, que el reto de mejorar la educación, tantas veces atribuido a la falta de presupuesto, no se ha podido remediar con dinero. De hecho, tales eminencias de la educación nunca concentraron sus esfuerzos en el financiamiento. Priorizaron la formación de maestros, y al menos Freire operó toda su vida muy cerca de la miseria.
Y es que dinero, hechos científicos y formación moral forman un triángulo isósceles. Postularía que el dinero es la base, pero el más corto de los lados. Los hechos científicos y la formación moral juntos soportan el mayor alcance del individuo.

La ciencia protege de la superstición y la ignorancia. Hostos fue radical, rechazando de plano la enseñanza religiosa escolar (plagada de religiosidad) aunque provenía de un hogar cristiano y fue padre modelo además de autor de libros sobre geografía, astronomía, lógica y moral. Irónico es que quien destierra a Hostos en 1888 y reinstaura la enseñanza religiosa en las escuelas fue Lilís, deficiente paradigma de virtudes.

La formación moral sirve de timón al conocimiento. Freire resalta la importancia de la educación en pensamiento crítico, no como negatividad, sino como medio para construir seres sociales activos y pensantes. Fue encarcelado en Brasil.

Aquí debatimos quién proveerá mejor la educación moral. La misma Iglesia dice que debe proveerla la familia (órgano ya inexistente), la familia dice querer asumirla (aunque suele delegar mucho y frecuentemente contraría la justicia estatal) y el Estado, que lucha con las limitaciones de los maestros, se debate entre su propia Constitución y símbolos patrios. Citando a Alemán: “los Gobiernos, como los brokers de las bolsas, deben defender todos los intereses…si solo persiguen un objetivo se convierten en enemigo del otro. El buen gobierno, diría Gracián, se mueve entre dos extremos opuestos”1.

Hay que evitar confundir obligación con exposición. Conocer no pesa y conocer los predicados sobre los cuales se fundó la patria, menos. A nadie le perjudica intelectualmente conocer los preceptos del Nuevo Testamento, fuente inagotable de pensamiento crítico. Y si algo sembró el judeo-cristianismo en la historia fue la idea de la libertad, pero también el modo de ejercerla. Sin embargo, la libertad no puede llegar a elegir la ignorancia. Falta que alguien diga que lo están obligando a estudiar matemáticas o literatura que no quiere leer.

Así, la posición de Alemán luce recomendable. La solución salomónica pudiera ser exponer a los estudiantes a los valores cristianos de Duarte como parte de Moral y Cívica. Entre tanto, los niños siguen a filósofos extremos de internet y practican el comportamiento extremo del bullying, y ni padres ni profesores intervienen. Curioso, pues San Juan Bosco basó su método educativo sobre Razón, Religión y Amabilidad. Tal vez previó un futuro con cantos a la vulgaridad y a la violencia a ritmo feroz; un cuadrilátero donde la democracia desmaya a la decencia.

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