La gesta patriótica del 14 de junio de 1959, ocasión en que un grupo de valientes dominicanos, acompañados por cubanos, venezolanos, puertorriqueños y de otras naciones, arribaron desde Cuba a nuestro país para combatir la tiranía de Trujillo, merece ser recordada de manera especial.
Porque ese acontecimiento, a pesar de su fracaso militar, constituye, junto al cobarde asesinato de las hermanas Mirabal, el 25 de noviembre del 1960, el principio del fin de la más funesta dictadura de la historia dominicana que dejó un lastre de crímenes, y saqueos de los fondos públicos que aún persiste.
La expedición, comandada por Enrique Jiménez Moya, debió ejecutarse simultáneamente por aire y mar el mismo 14 de junio, pero debido al mal tiempo, las embarcaciones arribaron 6 días después con 169 combatientes a bordo por Maimón y Estero Hondo, siendo hundidas por el fuego enemigo que las esperaba.
Antes, o sea el 14, el avión C-46 Curtiss había aterrizado en el aeropuerto militar de Constanza con 54 expedicionarios a bordo más los capitanes de vuelo Juan de Dios Ventura Simó y el venezolano Julio César Rodríguez, quienes fueron perseguidos por 3,000 soldados, la aviación y brigadas campesinas.
De los expedicionarios, solo sobrevivieron los cubanos Delio Gómez Ochoa y Pablito Mirabal, el más joven del grupo, y los dominicanos Alfredo Almonte Pacheco, asesinado luego por la tiranía; Francisco Medardo Germán, Mayobanex Vargas y Poncio Pou Saleta, exhibidos por Trujillo como prueba de la incursión armada.
Hagamos un alto en las rebatiñas políticas, y rindamos tributo de admiración y respeto a estos inmortales que ofrendaron sus vidas por las libertades que hoy disfrutamos.