Año tras año el recuento, la obligada remembranza. Repetir, para aquellos que saben, olvidan, o prefieren no recordar, para la generación que desconoce y en la urgencia excluyen el antes, único aval para entender el después. Entonces el acopio de lo escrito, la reiteración, aunque apenas las miradas se detengan en algo que contradiga paradigmas y/o enfrente preconceptos. Esas ideas reiteradas, difundidas como credo, sin posibilidad de contestación.
Roberto Cassá evaluó la génesis y dimensión del Golpe de Estado en una entrevista concedida al HOY, con motivo del 40 aniversario del derrocamiento del gobierno presidido por Juan Bosch. Proclamó que en la República Dominicana la conspiración es perenne y la posibilidad de un golpe de Estado nunca ha dejado de existir. El reputado historiador, Director del Archivo General de la Nación, dijo: “La política dominicana es una política de conspiración. El día que se abran algunos archivos, se comprobará que la conspiración ha estado presente todo el tiempo, no con los mismos propósitos.”
Aprestos van y vienen, grotescos algunos, pueriles otros, pero el gusanillo de la ilegalidad ocupa cuerpos criollos.
El 27 de febrero de 1963 fue juramentado, como presidente de la República, un exiliado, que durante su destierro logró fama. Maestro del cuento, ensayista, político, cultor de la democracia. Cuando inició la campaña electoral, después de 24 años de ausencia, el vegano trascendente era un desconocido para la mayoría de sus paisanos. Consiguió, gracias a un discurso novedoso, entrar en el alma nacional. Fue el estreno de palabras y actitudes. El candidato que logró el solio, sin descartar canallas, cómplices de la tiranía, demostraba que sumar no significaba claudicar. La derrota de la Unión Cívica Nacional -UCN-fue desconcertante para muchos. La bandera del antitrujillismo, puro y doliente, no pudo izarse, empero, había esperanza.
Cassá atribuye a “la ausencia de conocimientos de política moderna”, el fracaso de la UCN. “La gente pensante, la intelectualidad, había estado al servicio de Trujillo, salieron de la vida pública. Algunos, ocasionalmente, hicieron acto de presencia, de manera marginal (…). “La UCN carecía de personas con experiencia política. Dice Bartlow Martín (…) que los dos asesores de Viriato Fiallo, eran sencillamente dos ineptos. Lo dice así, de esa manera brutal.”
Un desprestigiado Consejo de Estado, con más errores que aciertos, con imputaciones que comprometían la idoneidad de sus miembros, organizó un certamen electoral con resultados irrebatibles. El Partido Revolucionario Dominicano -PRD- obtuvo 619,491 votos, la UCN 317,327, el Partido Revolucionario Social Cristiano -PRSC- 54,638 sufragios. El triunfo arrollador de Bosch Gaviño y González Tamayo, dejó turulatos a los propiciadores de la campaña de denuestos en contra del candidato a la presidencia. Los adversarios de don Juan estaban convencidos de la efectividad del cacareo injurioso que atribuía a Bosch y al partido, todas las tropelías imaginables. Apostaron a la ignorancia de una población que recién despertaba de una pesadilla. Las urnas hablaron el 20 de diciembre de 1962. Los símbolos de la resistencia no consiguieron el favor popular.
Desde el primer día de gobierno las promesas de campaña comenzaron a convertirse en realidad. La inconformidad sitiaba las minorías poderosas cuya única veta liberal fue cansarse de Trujillo. Pretendían un continuismo sin el tirano. La voluntad popular poco importó. La proclamación de la Constitución del 1963, atizó el fuego. La ojeriza unió antagonistas. Empresarios, periodistas mercenarios, la jerarquía católica, el cuartel voraz, elites en disfrute de la heredad del jefe, antiguos compañeros de partido, diseñaron el plan. Con huelga, mítines de reafirmación cristiana, encono ideológico y el aval de EUA, sólo faltaba la redacción de la ignominiosa acta notarial. El 25 de septiembre todo estaba consumado. Después: el desastre. Aunque parezca mentira, todavía el golpismo seduce. El fracaso y la temeridad, recrean su posibilidad, justifican para buscar aceptación. El presente está precedido de la secuela nefasta que se inició aquel miércoles de septiembre del año 1963. Omitir la ocurrencia es inútil. Los hechos son irrebatibles, tienen fecha. Saldo de luto y abuso. También rechazo.