Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

POR OSCAR AROCHA
“Pues este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son gravosos” (1Jn.5:3)

El amor a Cristo es lo que suavizará la obediencia a la verdad. El sentimentalismo es la vía más fácil para nuestra naturaleza, porque se trata de buscar la complacencia de nuestros sentidos carnales, pero el seguir la verdad es algo más dificultoso, es ir en contra de nuestra naturaleza. Cuando nuestro motor sea el amor, las cosas se suavizan; Jacob esperó siete años para casarse con Raquel, y le pareció como si fueran varios días, por la sencilla razón del amor: “Así trabajó Jacob por Raquel siete años, los cuales le parecieron como unos pocos días, porque la amaba” (Ge.29:20).

En cambio cuando la persona se casa con las cosas terrenales, como le sucedió al rey Saúl, todo asunto celestial o espiritual será interpretado como una contrariedad de lo que se quiere o deleita al mundo y sus deseos. Es por eso que la obediencia es tan difícil y pesada, porque allí el amor a Dios no se ha perfeccionado.

En una ocasión un padre pidió ayuda a Jesús par su hijo y “Jesús preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? El dijo: Desde niño. Muchas veces le echado en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!” Jesús le dijo: “¿Si puedes..,? ¡Al que cree todo le es posible!” Inmediatamente el padre del muchacho clamó: ¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!” (Mrc.9:21-24). La debilidad de la fe es conocida por lo dificultoso que resulte obedecer a Cristo.

¿Qué hacer? He aquí la respuesta: “Os exhortamos también a que no recibáis en vano la Gracia de Dios” (2 Co.6:1). Cuando vengan esos pensamientos del espíritu de poder, de amor y dominio propio a tu corazón, no los desprecies, obedécelos e invoca el amor que profesas a Cristo y sométete a Sus mandamientos: “Porque sus mandamientos no son gravosos”. Amén.

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