Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

Pastor Oscar Arocha
parocha@ibgracia.org 
“Jesús les dijo: He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes  como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16).

Nos encontramos en un mundo de muchas adversidades y será la prudencia lo que ha de evitar que la maldad nos toque. Además se infiere del texto que por tratarse de una exhortación es algo que podemos adquirir y cultivar. Pudiera ser que por baja estatura no podamos pedirte que seas jugador de baloncesto, en cambio la prudencia es disponible para todos. En cuanto al valor de la prudencia Jesús aquí advierte a los suyos que les espera una jornada de muchos peligros, y que la prudencia será uno de los medios para su protección y defensa.

 El poder de la prudencia radica, no tanto en los asuntos temporales, como destreza física o posesión de bienes materiales, sino en la paciencia para examinar, juzgar y actuar. Entonces ocupémonos en cultivar la facultad del buen juicio o examen de las cosas. La Escritura dice: “Examinadlo todo, retened lo bueno” (1Tes.5:21).

 Hay creyentes muy talentosos, pero se echan a perder por falta de prudencia. Los tales son como el fuego que nada más brilla para agradar el egoísmo y la vista ajena, pero que hacen poco o ningún bien al prójimo. La falta de prudencia hace los hombres ambiciosos, anhelantes por alcanzar cosas que están fuera de su esfera, convirtiéndose en intranquilos, ansiosos e incómodos de su presente condición, porque su mente está por encima de su circunstancia; no podrán armonizar con sus deseos, ya que estos siempre estarán por encima de nuestras capacidades. El zapato es incómodo, porque el pie está hinchado. Fue el desajuste mental de la imprudencia lo que arruinó a nuestros primeros padres Adán y Eva, y sigue arruinando a muchos. La ambición les cegó el entendimiento y pecaron contra la prudencia y el sano juicio, porque la imprudencia y la ambición van cogidas de las manos. Por tanto, no olvidemos que el conocimiento solo informa, pero quien ha de dirigir es la prudencia. Amén.

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