Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

Pastor  Oscar Arocha
parocha@ibgracia.org 
“Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5:24).

El verso puede ser desglosado en dos partes: el sujeto y el predicado. ¿Quiénes son ellos?: “Los que son de Cristo”, y ¿qué se dice de ellos? “Han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Cuando menciona “la carne” no se refiere a  nuestros huesos y músculos, sino los impulsos de tu “Yo natural”; tú mismo.

Mi propio Yo, o la carne, tiene deseos fuertes y propios que son naturales al ser humano, pero para servir a Dios hay que crucificarlos, negarse a ellos. Eso no significa que son extinguidos al convertirse, sino que deben ser traídos bajo el dominio del alma, no que dominen al alma, como sucede con quienes no  han conocido el nuevo nacimiento. Es cierto que es para matarlos, pero esa muerte no es en una guillotina o de un balazo en la cabeza, sino una muerte crucificada, gradualmente.

Es a esa virtud que se llama la mortificación del pecado. Eso sería morir con Cristo. Muchos desean vivir con Cristo, pero muy pocos morir con Él.  La evidencia de ser de un mismo Espíritu con Cristo es morir por lo que el murió: el pecado; en el caso suyo, para redención, y en el nuestro, para mortificación: “Si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él”. (Ro. 6:8).

Hay una doble dulzura en la naturaleza y altura de esta obra, y en la dulzura del deber para agradar a Cristo; nos da ese dulce derecho de llamarnos con toda propiedad: cristianos. La paz de corazón se obtiene después de haber mortificado el pecado, pues es aborrecer el mal porque es contra Dios. La paz viene por haber rechazado la tentación y luego por haber vencido, lo cual es indicio inequívoco de que el Espíritu de Dios reposa sobre ti. Allí la conciencia aprueba tu trabajo y te sonríe, Dios hace brillar Su rostro sobre ti.

Además, esta es una clara evidencia de tu interés por Cristo. Como está escrito: “Si vivís conforme a la carne, habéis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las prácticas de la carne, viviréis.” (Ro. 8:13). Es lo que expresa la Bíblia.  Amén.

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