Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

PASTOR OSCAR AROCHA
“Porque la apariencia de este mundo se pasa”  (1 Co. 7:29).

Nuestro tiempo aquí es breve, por esa razón debiéramos apremiar nuestro paso en el camino al cielo.  Es ese sentir lo que nos hará indiferente hacia las cosas de este mundo, a desprendernos de lo material. Cuando la idea de la muerte nace en la mente de un ser humano como algo inminente, no hay nada en esta tierra que pueda apagarla.  

Ninguna invitación, por sublime que sea, ni noble compañía, ni deleites diversos en este mundo pueden apagar los pensamientos de la realidad de la muerte. Allí nada de lo creado satisface.  Mientras el hombre camina por calles pequeñas en su camino al fin de la vida, no siente perturbación, pero cuando cae en la recta final, hasta el sueño se le ausenta.  La idea de la mortalidad no se silencia, hace un gran ruido.

Los pensamientos acerca de la seguridad de la muerte traen doble beneficio. Por un lado previenen de hacer el mal, y por el otro, conducen a obtener el bien. Produce un temor que sensibiliza la conciencia, ablanda el corazón y uno es inclinado a la buena conducta, el hombre en ese estado quiere salir de este mundo no teniendo deudas pendientes y esto lo guía al bien hacer.  Además, los pensamientos de mortalidad en un buen corazón harán a un hombre paciente frente a las adversidades, tales ideas preservan del desespero, y se acrecienta la gentileza: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.  El Señor está cerca”.  (Fil.4:5).  Tales asuntos nos mantienen quieto ante la provocación, y aquietarán en el desconsuelo. También si un hombre sabe que va a morir, trata de poner su vida en orden, es como si sabe que va a recibir un invitado,  uno se prepara y se sienta a esperar al invitado. De modo que es buena cosa tener la mente pensando a menudo sobre la seguridad de la muerte, pues nos ablandaría el corazón, aumentaría la fe y estimularía a hacer el bien con gentileza, y evitar el mal ante la idea de ser juzgados. Amén.

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