Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

POR PASTOR OSCAR  AROCHA
Padre, no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal» (Jn.17:15).

No seremos guardados a menos que Dios mismo nos guarde: Cristo no hubiese hecho esta petición si pudiésemos guardarnos a nosotros mismos.

 Nuestras oraciones deben ser, no tanto para ser librados del mundo, sino del mal del mundo; del pecado, sino de las aflicciones. Los santos buscan más la Gracia que viene del cielo, que ser protegido de las aflicciones de la tierra; piden dirección tanto como protección, o que no hagan nada incorrecto mientras se encuentran sufriendo: «Pon, oh Jehová, guardia a mi boca; guarda la puerta de mis labios. No dejes que mi corazón se incline a cosa mala, para hacer obras perversas con los hombres que obran iniquidad. No coma ya de sus manjares» (Sal.141:3-4).

Cuídate, porque el mundo es un lugar  peligroso, aun para un verdadero discípulo de Cristo. Dios ha dado dos remedios inseparables para guardarnos contra este peligro: «Velad y orad, para que no entréis en tentación» (Mat.26:41); velamos para no ser descuidados y oramos para no ser auto confiados. El Creyente vela para descubrir la aproximación del enemigo y ora para clamar por la ayuda de Dios contra la tentación.

Hay dos cosas sobre las cuales debes velar: La ocasión de pecar y contra el desorden del corazón. No te expongas al peligro, porque en ocasiones tan solo el olor del pecado puede ser mortal. A Lot y su mujer se les prohibió mirar hacia atrás: «Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se convirtió en una columna de sal. Abraham se levantó muy de mañana, fue al lugar donde había estado delante de Jehová y miró hacia Sodoma y Gomorra» (Gen.19:26-27); Abraham podía ver hacia Sodoma, pero a ellos esa visión era ocasión de pecar. Hay cosas y ocasiones que a tu hermano le será legítimo, pero a ti eso mismo puede ser una tentación contra el bien de tu alma. Finalmente te exhorto a orar siempre, en todo y para todo, que haya en ti espíritu de oración constante. No abandones la guarda divina:  «Padre, no nos metas en tentación, mas líbranos del mal» (Mat.6:12-14). Amén.

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