Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

PASTOR OSCAR AROCHA
«El que da testimonio de estas cosas dice: ¡Sí, vengo pronto! ¡Amén!     ¡Ven, Señor Jesús!» (Apoc.22:20).
 La Iglesia transforma en una oración la promesa de Cristo. El asunto no es que Cristo se tarda, sino que la Iglesia es fervorosa en pedir lo que Él ha prometido, ya que sus deseos son las promesas de Dios, y la voz de Cristo y la Iglesia son una: Él dice: «¡Sí, vengo pronto! ¡Amén!», y ella que desea la comunión y compañía del esposo exclama: «¡Ven, Señor Jesús!».

Todo quien crea cualquier cosa de Cristo, por necesidad desea verle, aun los que vivieron antes de su venida en la carne: «Abraham, vuestro padre, se regocijó de ver mi día. Él lo vio y se gozó» (Jn.8:56); y el mismo afecto es poseído por los que viven después de su primera venida. Lo que sabemos de Él es por carta o que otro nos lo ha contado, lo que hemos oído es tan bueno que le creemos y hemos llegado a amarle entrañablemente: «A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso…. Puesto que habéis probado que el Señor es bondadoso» (1Ped.1:8, 2:3). Ellos han experimentado sus consuelos y amor, solo falta verle cara a cara, por eso anhelan su venida y constantemente oran: «Venga pronto tu reino»,  que aparezca en gloria, majestad y realeza. ¿Cómo esperarlo? La sobriedad es una gracia de suma importancia en eso de estar preparados para el regreso de Cristo. Lo contrario de sobrio es ebrio o sin el uso debido de la razón. Sinónimo de sobriedad es moderación en todo. Con relación a eso el apóstol Pedro nos dice: «Por eso, con la mente preparada para actuar y siendo sobrios, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que os es traída en la revelación de Jesucristo» (1Ped.1:13).

 Pregunta: ¿En qué ser sobrios, si no hemos estado ebrios? El apóstol responde: «Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones. Amén.

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