Hoy con Cristo

Hoy con Cristo

POR PASTOR OSCAR AROCHA
Como dijera un ministro evangélico: “La ociosidad estimula el orgullo, florece el pecado y da frutos de destrucción de parte de Dios y aborrecimiento de nuestros semejantes”. Mas aún, que la naturaleza y razón de las cosas lo requiere. Pocas cosas en esta vida son absolutamente independientes, es decir que para su existencia no necesite de otras criaturas.

Es irrazonable querer vivir de otros sin que otro se beneficie en algo de lo de uno, no sólo es irrazonable sino groseramente injusto. Esperar que el sustento caiga de las nubes sin ningún esfuerzo, es un absurdo que nadie sería tan estúpido para mantenerse así.  Nadie espera vivir de la providencia, mientras gasta el tiempo en ociosidad o pereza, a menos que emplee su capacidad en algo. El Dios de la creación no ha hecho nada en vano, todo lo creado tiene un propósito, dotado con capacidades y poderes para ser empleado, en el caso del hombre para lo útil y racional. La actividad u ocupación es tan natural, como el deleite a la persona; la pereza no puede quedarse sin su retribución o castigo, la ley así lo establece: “Seis días trabajarás” (Ex.20:8). Trabajar es un mandamiento de Dios. Aun Adán antes de pecar fue colocado en una ocupación: “Jehová Dios puso al hombre en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Ge.2:15). Alguien ha comentado sobre este texto con estas palabras: “Si ser miembro de una familia rica, pequeña, con enormes recursos y prosperidad pudiera exonerar a un hombre de su trabajo, a nadie le sería tan justo como Adán, en cambio encontramos aquí al dueño y virrey de la creación siendo mandado a trabajar”. Después de la caída cuando las labores le serían más difíciles, también se le mandó: “Con el sudor de tu rostro comerás” (Ge.3:19) y a toda su posteridad se le mandó: “Seis días trabajarás”.  El mandato a trabajar ha sido con la misma autoridad que nos manda a tomar el séptimo para la adoración.  Cristo como ejemplo: “¿No es este el carpintero, hijo de María?” (Mrc.6:3); fue conocido como un hombre de trabajo, un carpintero.  Pregunta: ¿Podrá alguien llamarle Señor y rehusar imitarle como hombre de trabajo?  Si alguien pudiera estar exento de trabajar ese sería el Creador del Universo. Cristo con su ejemplo santificó y suavizó todo trabajo legítimo, en este sentido no hay ocupación más santa que otra. Ser médico no es más santo que un zapatero; ni una maestra es más digna que una cocinera. Amén.

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